Interés o terror democrático de la Asamblea Constituyente de la CDMX

El problema es grave, los diferentes aspectos de la vida política del país son representados por tres partidos políticos… El problema es grave, los diferentes aspectos de la vida política del país son representados por tres partidos...

31 de octubre, 2016

El problema es grave, los diferentes aspectos de la vida política del país son representados por tres partidos políticos…

El problema es grave, los diferentes aspectos de la vida política del país son representados por tres partidos políticos: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido de Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), este sistema tripartitita se confunde con un real sistema de partidos.

¿Qué ha sucedido con los demás partidos políticos minoritarios? ¿No forman parte de las contiendas políticas y del sistema político y partidario? ¿Por qué los partidos políticos de espacio minoritario de representación fuera del parlamento y dentro de él, no son lo suficiente sólidos políticamente frente a los partidos mayoritarios?

El problema del sistema de partidos en México es mucho más grave de lo que creemos. Antes de concebir la autenticidad de la democracia, deberíamos de cuestionarios: ¿Sí en México existe un sistema de partidos fuerte que pueda dirimir los planteamientos y controversias que surgen en torno a la democracia, como sucede en democracias más avanzadas, a fin de implementarla o implantarla?

A la falta de un sistema de partidos fuerte, difícilmente se pude constituir un intento de apertura democrática. Las pugnas por el poder intrapartidistas e interpartidistas, entorpecen los lineamientos democráticos, y provocan inestabilidad política.   

De ser posible no sería necesario aludir a la inestabilidad política que atraviesa el sistema partidario mexicano, en su intento por establecer los lineamientos de participación democrática, cuando aún el ejercicio pleno de la democracia no se desarrolla como tal. Sin embargo, es prudente decir que no se pueden ocultar circunstancias de inoperabilidad política cuando están a la luz de los ciudadanos.

El sistema de partidos en México está en pugna, su principal consecuencia se atribuye a su estructura y funcionamiento democráticos, donde sus procedimientos son inadecuados, ya que propósito es el de instituir métodos democráticos adecuados de aplicación democrática intrapartidista e interpartidista.

Cabe señalar, y por ello, es preciso poner de manifiesto que los partidos políticos mexicanos no ostentaban del reconocimiento de la personalidad jurídica en las leyes electorales antes de 1945. El artículo 23 de la ley electoral de 1946 los consideró de una forma más justa estableciendo el concepto jurídico de partido político, reconociéndoles: “como asociaciones constituidas conforme a la ley por ciudadanos mexicanos en pleno ejercicio de sus derechos cívicos para fines electorales y de orientación política”, Y el artículo 41 de la reforma constitucional de 1977,  les reconoció como “entidades de interés público”. 

La oportunidad democrática que asumen actualmente los constituyentes de la Constitución Política de la Ciudad de México, es el de incorporar al texto constitucional (de acuerdo con el inciso “B” denominado de “Partidos Políticos”, numeral uno, del artículo 32 del “Proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México”), que los partidos políticos sean democráticos. Es fundamental establecer los principios democráticos a los que los partidos políticos estarían obligados a cumplir, por lo que se manifestaría del siguiente modo:

“Los partidos políticos son entidades de interés público con personalidad jurídica y patrimonio propio, reconocidos por el orden jurídico de la ciudad y que cuenten con registro ante el Instituto de Participación Ciudadana y Elecciones de la Ciudad de México”. Su estructura interna, funcionamiento y relaciones con otros partidos políticos deberán ser democráticas.

El menoscabo de  la democracia interna partidista, implica reformas a fondo, a fin de fortalecer los estatutos y las plataformas o programas del partido político, sobre todo, para la construcción una vida democrática que las bases y la sociedad exige.

Es una verdadera oportunidad democrática para que los constituyentes de la Constitución Política de la Ciudad de México, asuman la responsabilidad democrática: reconociendo e incorporando al texto constitucional la democracia intrapartidista e interpartidista.

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