México, ¿de “patio trasero” de EEUU, a “puerta trasera” para China?

México probablemente necesitará establecer metas modestas para mantener nuestras relaciones con China, y al mismo tiempo prevalecer como el mayor socio comercial de EEUU.

29 de abril, 2024 México, ¿de “patio trasero” de EEUU, a “puerta trasera” para China?

En términos geopolíticos, México se ha convertido en un jugador estratégico para EEUU y China. Un tipo de enclave donde nuestro país tiene un lugar “incómodo” dentro del juego de intereses económicos, comerciales y de dominio hegemónico entre las dos principales potencias, dentro del actual orden internacional.  Y frente a la revisión del T-MEC en 2026, México tiene una posición compleja donde habrá de “tejer fino” para poner en primer lugar la integración con el bloque norteamericano que formamos con EEUU y Canadá, y al mismo tiempo mantenerse abierto a recibir nuevas inversiones procedentes de China, sobre todo en el contexto del nearshoring.

Como país de mediano tamaño en términos económicos (actualmente ocupamos el 12avo lugar a nivel global, según el FMI), y por nuestra dimensión política y ubicación geográfica, México se encuentra dentro de la esfera de influencia crucial de EEUU. Aún desde la firma del TLCAN, que entró en vigor en 1994, y aunque actualmente somos su principal socio comercial, nuestro país tradicionalmente ha recibido el trato de “patio trasero” de parte de los estadounidenses, lo que hoy se refleja particularmente en el tema migratorio. 

Aunque en 2022 el presidente Joe Biden declaró que, “Solíamos hablar cuando era un joven en la universidad del patio trasero de EEUU, pero no es el patio trasero, creo que al sur de la frontera con México es el patio delantero de EEUU. Somos gente igual”, esta consideración parece no haber permeado.  Apenas hace unos meses, Bloomberg título una nota sobre México en los siguientes términos, ““Elon Musk corteja a proveedores chinos a establecerse en el patio trasero de EEUU” (lo que a las pocas horas corrigieron, por alguna razón, por “… establecerse justo a lado de EEUU”), que refleja que el estigma ha prevalecido.

Por otra parte, México se encuentra en la encrucijada de convertirse en la “puerta trasera” de China (que es nuestro primer socio comercial en la región de Asia-Pacífico, y segundo socio comercial en el mundo, a pesar de que no hemos suscrito ningún acuerdo comercial con ellos), en una relación que ahora se acerca más a la de una supuesta triangulación comercial, económica, y hasta migratoria, con EEUU.  Esta semana, en un artículo de la BBC se analiza bajo el encabezado, “Cómo las empresas chinas están utilizando a México como puerta trasera a EEUU”, la forma en que “muchas empresas chinas se han trasladado a parques industriales en el norte de México en los últimos años para acercar la producción al mercado estadounidense. Además de ahorrar en envíos, su producto final se considera completamente mexicano, lo que significa que las empresas chinas pueden evitar los aranceles y sanciones estadounidenses impuestas a los productos chinos en medio de la continua guerra comercial entre los dos países.”

Cooperación o confrontación

La relación entre EEUU y China se encuentra en uno de sus puntos más álgidos en los últimos años,  en el que aunque ambos países han declarado que no buscan una Guerra Fría en todos sus términos, el hecho es que las recientes visitas estadounidenses de Janet Yellen (secretaria del Tesoro) y Antony Blinken (secretario de Estado) a China dejan ver que, al menos en la esfera comercial y económica, hay una gran tensión y el tono se acerca más al decoupling (desvincular mercados), que al derisking (administrar riesgos), condenando en definitiva a su fin, a la globalización.

En un análisis de Matt Pottinger (ex asesor de Donald Trump) y Mike Gallagher, de esta semana en la revista Foreign Affairs, titulado “La competencia de Estados Unidos con China debe ganarse, no gestionarse”, se señalan las dificultades de “negociar” con el líder chino Xi Jin Ping, a quien describen como “el agente del caos” (tomando como referencia las palabras de Xi, “”La característica más importante del mundo es, en una palabra, el ‘caos’, y parece probable que esta tendencia continúe”). Según los autores, “Beijing está llevando a cabo una serie de iniciativas globales diseñadas para desintegrar a Occidente y marcar el comienzo de un orden antidemocrático.” 

En este análisis, se establece que, para Xi, “Internet es el principal campo de batalla” de la “guerra sin humo”, entre EEUU y China. En ese sentido, describen que Xi ha invertido miles de millones de dólares en construir y aprovechar lo que él llama “mecanismos de discurso externos”; y otros líderes chinos han destacado específicamente que plataformas como TikTok son los “megáfonos” del poder de la propaganda china.

Proteccionismo y T-MEC

China se ha convertido en un dolor de cabeza para muchos países. Su alta productividad agrícola y su “sobrecapacidad” industrial la ha llevado a inundar los mercados mundiales con productos y servicios de todo tipo. El resultado ha sido la sustitución de productos nacionales en todos los países importadores.

Desde hace tiempo, China ha sido objeto de medidas proteccionistas, no solo de parte de EEUU, sino de Europa. México, por su parte, recientemente ha tomado medidas para proteger sus productos de la competencia desleal, “de parte de países con los que no tenemos acuerdos comerciales” (sin mencionar específicamente a China), como es el caso de los 544 aranceles recientemente impuestos por la Secretaría de Economía a diversos productos en los que se encuentran calzado, madera, plástico, material eléctrico, instrumentos musicales, muebles y el acero. 

De particular interés resulta para EEUU el tema del acero; la administración Biden esta semana anunció un paquete de medidas políticas para proteger las industrias del acero, el aluminio y la construcción naval de EEUU de lo que alegan son “prácticas comerciales desleales por parte de China” y califica a las industrias como críticas para su seguridad económica y nacional. En estas se incluye “intensificar los esfuerzos para combatir el presunto transbordo de acero chino a través de México”, insumo fundamental para el establecimiento de empresas en el nearshoring y reshoring en nuestro país.

Otro tema bajo cuidadoso escrutinio de parte de EEUU es el de las inversiones chinas en México, que van en aumento. Apenas en diciembre del año pasado, Janet Yellen pidió a México crear una instancia para revisar las inversiones extranjeras que llegan a México, ya que consideran puede haber un subregistro de las inversiones de China en nuestro país. De manera general, Yellen planteó los términos de un acuerdo de discriminación de inversiones chinas, al hacer hincapié que su país busca más que nearshoring, el ally y friendshoring (aliados y amigos).

Hay que destacar que el texto del T-MEC contiene una restricción que nos obliga consultar con nuestros socios cualquier intención de suscribir un acuerdo con un país que no sea de economía de mercado. La restricción lleva, incluso, a tener que dejar de pertenecer al TMEC.

Ya sea bajo la presidencia de Biden o de Trump, el principal asunto que se pondrá bajo la mesa en la próxima revisión del T-MEC en 2026, será China, en el que ambos dirigentes coinciden es su máximo competidor por la hegemonía económica global. 

Y aunque son indiscutibles las ventajas que este acuerdo trilateral tiene para México, deben reconocerse las limitaciones que este nos impone para poder negociar con China, en condiciones de libertad, para poder determinar nuestras propias fronteras en lo que tiene que ver en nuestra relación con China como socio comercial y, a la vez, como competidor. Sin duda, debemos privilegiar nuestra integración con EEUU, pero debiera buscarse que se dé en términos de colaboración, cooperación, y no de mera subordinación. Habría de buscarse mantener la libertad de acción internacional con otros países (margen de acción), de manera que mejor nos convenga. 

Lo cierto es que la compleja y asimétrica interdependencia de nuestro país con EEUU ha obstaculizado nuestra capacidad para buscar vínculos políticos y económicos más cercanos y permanentes con China, dentro de una relación triangular que ha ido evolucionando con los años. 

Dada la influencia predominante de EEUU dentro del actual contexto internacional, y que la ubicación de México dentro de América del Norte es una especie de camisa de fuerza que restringe lo que podemos hacer, las perspectivas futuras de la asociación entre México y China parecen ser muy limitadas, ya que los intereses de EEUU van en contra de una relación más estrecha entre los dos. 

Para la próxima administración en México no será tarea fácil definir los límites entre la interdependencia con EEUU y la subordinación de intereses de nuestro país a los de nuestro vecino. Así las cosas, al menos en el futuro previsible, México probablemente necesitará establecer metas modestas para mantener nuestras relaciones con China, y al mismo tiempo prevalecer como el mayor socio comercial de EEUU.

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