Identidad de género: La transformación de Oyuki

Es humano que siempre exista un morbo y hasta cierto punto un rechazo hacia las preferencias o costumbres poco tradicionales, específicamente las preferencias sexuales. Y… Es humano que siempre exista un morbo y hasta cierto punto un...

8 de junio, 2015
caitlyn-jenner

Es humano que siempre exista un morbo y hasta cierto punto un rechazo hacia las preferencias o costumbres poco tradicionales, específicamente las preferencias sexuales. Y…

Es humano que siempre exista un morbo y hasta cierto punto un rechazo hacia las preferencias o costumbres poco tradicionales, específicamente las preferencias sexuales. Y es que el concepto de tradicional se ha vuelto tan subjetivo ya que hasta la palabra me suena obsoleta, al menos para ciertas situaciones. Es vaivén nuestra aprobación, desaprobación y hasta indiferencia. Una de mis tías no lo pudo haber expresado mejor “a mí qué me importa que sean gays, ¡no tienen que marchar cada fin de semana!” Y estoy de acuerdo con ella, por primera vez. Es como si se aferraran a vivir de manera señalada, para bien o para mal, en lugar de sólo…vivir.

Pero me estoy desviando, esta es una de las rarísimas ocasiones en las que un tema medianamente controversial se mezcla un poco con mi realidad. Una hija de vecina como yo puede sólo imaginarse las complicaciones de ser una persona transexual, seguro nadie tenemos idea, y movida por la curiosidad o el morbo y, de alguna manera, la familiaridad, me puse a escarbar un poco en la historia para dar con los primeros esbozos. En la historia ha habido desde los tradicionales, o sea, los que nacían así; hasta los transexuales por elección, o sea, los que se castraban por religión o que simplemente se vestían de hombre o mujer por circunstancias que no necesariamente tenían que ver con la identidad de género, sino que eran cuestiones más socio-políticas.

Lo primero que hay que saber es que el cerebro de los transexuales está estructurado de acuerdo a su género psicológico, el opuesto al físico. Antes se creía que la gente que unía ambos géneros poseía una sabiduría muy superior a la de las personas con una identidad más tradicional. Cuando las sociedades eran matrilineales, estas personas eran veneradas y todo, luego llegaron los patriarcas a querer exterminar hasta el último de los afeminados porque encontraban su sabiduría intimidante. Entre las tribus de Europa, Asia, Medio Oriente y el Norte de África había figuras como "La Gran Madre", que, según artefactos encontrados en las civilizaciones más antiguas de Mesopotamia, tenía características de los dos géneros y era considerada una deidad. Resulta conveniente entonces que "Oyuki" se manifestara en la portada de la Vogue.

En África, en el siglo VII a.C., la costumbre del rey Ashurbanipal de Assyria de vestirse como mujer (casi todo el tiempo) fue suficiente para ser derrocado. Luego en Egipto, en 1503 a.C., cuando la reina Hatshepsut ascendió al trono, decidió continuar con la costumbre de travestirse aprendiendo de la desaprobación mostrada a su predecesor. Ella se vestía de hombre con todo y barba falsa como señal de realeza y hasta a su hija le tocó también. Más adelante Nzinga, consciente de cómo funcionaban las sociedades patriarcales, gobernó Angola como "rey" vistiéndose de hombre. Y las mismas reglas se aplicaban a la gente de su séquito; se dice que sólo tenía a mujeres que iban a batalla y en su harén a muchachos que vestía como mujeres. Dentro de sus logros está el terminar con la imposición que sólo los hombres podían reinar.

La Vogue, he aprendido, es una especie de Biblia dentro de la cultura de la moda. Para una modelo, o cualquier otra persona de la farándula, estar en la portada es un gran honor. Para una modelo transexual debe ser, más que un logro, una hazaña. Así que ahí estaba yo comprando la revista apenas la vi. Conozco a esta persona, pensé, o ¿conocía? ¿Se habrá operado? ¿Tendrá bubis? ¿Alguien más se dará cuenta?  Cuando estábamos en la escuela no pudo haber tenido más de cinco o seis años y era como cualquier otro chamaco de su edad, al menos por fuera.

Todo ese tiempo lo veía sin verlo realmente, nada lo hacía destacarse; se paseaba por la escuela con el uniforme puesto y una expresión impasible. Podría decirse que hasta ahí llegan mis recuerdos de él. Nunca estuvo en mi radar, no pasaba de ser el hermanito de tal persona que era conocida mía cuando estábamos en primaria. No fue hasta hace dos o tres años que su existencia se infiltró en mis pensamientos cuando M. me enseñó una foto de él modelando como mujer.

Dentro de mi ignorancia en el tema (y un poco de superficialidad) lo primero que pensé fue que la tenía fácil. Tenía la aceptación colectiva al ser modelo y tan tán. Pero, ¿qué pasa dentro de la mente de los transexuales? ¿Qué pasa con la gente que los rodea? En el mejor de los casos, o el menos complicado, la persona descubre su verdadera identidad de género relativamente pronto resultando en una transición menos traumática para ella y su familia; en el peor de los casos la persona hace su mejor esfuerzo para alejar su realidad hasta que se decide por una transición en la edad madura y el resto de su gente se queda en una especie de duelo al "perder" a la persona que conocían y con la que convivieron por tantos años. Y en el peor peor de los casos la persona vive y muere habiendo rechazado su indentidad.

Al ver la revista, algunas de mis preguntas tuvieron respuesta pero mi morbo ya se había apagado mientras la hojeaba. Para cuando llegué a sus fotos la vi con orgullo y admiración. Raro en mí, fue más un orgullo patrio y una admiración hacia su trabajo que por las razones obvias. Recuerdo haber hecho unos esfuerzos tremendos por tratar de evocar algún recuerdo de "Oyuki" que sabía estaba en algún lugar de mi cabeza pero desde ahí ya no podía retroceder de esta nueva imagen suya como la modelo enigmática envuelta en ropa de diseñadores con nombres que me cuesta trabajo pronunciar.

Lo más común es que se crea que toda esta transición sea un capricho, un deseo egoísta, sobre todo cuando el tiempo pasa y se ha construido una vida casi en la sombra de alguien más. Yo lo que sé es que a mí no me gustaría quedarme sin vivir mi verdad.

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