Las siete pandemias a las que se ha enfrentado la humanidad a través de su historia

*La viruela, apareció 10 mil años A.C; a través de la historia ha cobrado la vida de 300 millones de personas *El Sarampión, ha matado...

4 de febrero, 2020

*La viruela, apareció 10 mil años A.C; a través de la historia ha cobrado la vida de 300 millones de personas

*El Sarampión, ha matado a 200 millones de personas; se padece desde hace tres mil años sin erradicarse

*La “peste negra”, en el siglo XIV, acabó con la vida de 100 millones de personas en África, Asia y Europa

*”La gripe española” de principios del siglo XX, en 25 semanas provocó la muerte de 25 millones de personas

*El sida apareció en 1981, a partir de ese año han muerto poco más de 25 millones de personas en el mundo

*”La plaga de Justiniano”, provocó la muerte de entre 25 y 50 millones de personas entre los años 541 y 750

*En la retirada de Napoleón de Moscú, “el tifus” mató a más miembros de su ejército que las armada de Rusia

De la Redacción

Hoy, la humanidad se enfrenta a otra amenaza epidemiológica, “el coronavirus”. Esto es noticioso, por grave, pero no es nuevo, porque a través de la historia los diferentes habitantes de este planeta han padecido diversas epidemias o pandemias a través de los siglos, las que han cobrado millones de víctimas mortales.

Veamos siete ejemplos que ejemplifican que a pesar de todo, la humanidad ha sobrevivido y no nos sorprendamos al conocer que desde el año 541 ya se hablaba del cambio climático que “favoreció” la diseminación de “la plaga de Justiniano”.

Pero, hablemos de la viruela, que es una enfermedad infecciosa mucho más grave de lo que la gente ha valorado, al menos, en los últimos 50 años.

Este padecimiento es causado por Variola virus, de la familia Poxvirus, y no solo ha sido la pandemia que más muertos ha causado en la historia de la humanidad, sino que además ha dejado a millones de personas desfiguradas a lo largo y ancho del mundo.

La viruela provoca la salida de numerosas pústulas que dejarán una marca indeleble en la piel. Hasta donde tenemos conocimiento, la viruela es un virus que solo afecta a humanos (en su variante infecciosa) y su transmisión es muy parecida a la del ébola. Es decir, mediante fluidos corporales y contacto directo.

Esta pandemia se conoce desde mucho tiempo atrás.

Se cree que apareció en el 10.000 adC. Llegó a ser tan mortal que tan solo el 30% de los afectados conseguía sobrevivir; las víctimas morían por las altas fiebres, deshidratación y sus complicaciones derivadas. Especialmente terrible fue el siglo XVIII, cuando la viruela literalmente conseguía diezmar a las poblaciones afectadas. Pero además de su letalidad, la viruela ha sido también una protagonista en la historia, pues la primera vacuna, diseñada por E. Jenner, en 1796, fue precisamente para tratar la viruela.

La enfermedad, según se calcula, ha matado a más de 300 millones de personas a lo largo de su historia.

Actualmente se considera como una de las dos enfermedades, junto a la peste bovina, “erradicadas”.

SARAMPIÓN, SEGUNDA MAYOR PANDEMIA EN EL MUNDO

La humanidad ha sufrido otro de los graves males, el sarampión.

Como la rubéola o la varicela, el sarampión es una enfermedad característica por sus marcas rojizas en la piel, altas fiebres y malestar grave. Además, es también el causante de la segunda mayor pandemia de la historia. La muerte en el sarampión suele deberse a la inflamación pulmonar o de las meninges, lo que deja secuelas graves en la mayoría de los supervivientes. El sarampión es un paramixovirus y se contagia mediante contacto directo y por el aire mediante las gotas de vapor que exhalamos.

Pero precisamente, para combatir esta enfermedad normalmente vacunamos a nuestros niños con la vacuna triple vírica, también denominada SPR. Debido a que el sarampión no tiene en sí una cura específica, al igual que ocurre con el ébola, lo único que podemos hacer es prevenir el contagio. La enfermedad se conoce desde hace más de 3000 años y su principal problema es la alta tasa de contagio. Hasta el momento y aunque hemos controlado eficazmente la enfermedad, ha matado a más de 200 millones de personas y todavía no la hemos erradicado a pesar de los esfuerzos de la OMS.

“LA PESTE NEGRA”, DIEZMÓ A EUROPA, CHINA, INDIA Y MEDIO ORIENTE Y ÁFRICA

La peste negra, peste bubónica o muerte negra fue una pandemia que asoló Europa durante el siglo XIV y era transmitida por las pulgas transportadas por roedores (ratas y ardillas).

Sin embargo, también se cree que la transmisión entre personas se produjo por ectoparásitos humanos, como la pulga común o piojos del cuerpo.  

Se ha considerado que esta pandemia surgió en Asia central, desde donde pasó a ciudades italianas con gran actividad marítima como Génova y de ahí a toda Europa.

La peste negra acabó con más de un tercio de la población europea y con 45 a 60 millones de personas en todo el mundo. Estimaciones actuales cifran en unos 100 millones la cantidad de muertos totales de la pandemia en África, Asia y Europa. Es decir, más del 20% de la población mundial de esa época. 

Alcanzó su punto máximo entre 1346 y 1361.

Diane Zahler, estima que la mortalidad superó el tercio, quizás el 40 % de los europeos, en otras palabras, habrían muerto 20 de los 50 millones de habitantes europeos.

Se estima que la misma peste fue causa de muerte de aproximadamente 45 a 50 millones de personas entre los primeros casos en Mongolia (1328) y los últimos en la Rusia Europea (1353).

Esta enfermedad afectó devastadoramente a Europa, China, India, Medio Oriente y el Norte de África. No afectó el África subsahariana ni al Con tinente Americano.  

La teoría aceptada sobre el origen de la peste explica que fue un brote causado por una variante de la bacteria Yersinia pestis, que apareció hacia 1320 en el desierto de Gobi (norte de China y sur de Mongolia).

Años más tarde (1331-1334), llegó a China, un año después de que grandes inundaciones devastaran extensas regiones de ese país asiático, después de arrasar a Birmania en 1330, llegando a algunas regiones de la actual Rusia en 1338. 

Según las crónicas de 1353, a partir de 1331 murió un tercio de la población china; en efecto, entre esa fecha y 1393, su población cayó de 125 a 90 millones.

Es común que la palabra “peste” se utilice como sinónimo de “muerte negra”, aun cuando aquella deriva del latín «pestis», es decir, «enfermedad» o «epidemia», y no del agente patógeno.

De acuerdo con el conocimiento actual, la pandemia irrumpió en primer lugar en Asia, para después llegar a Europa, a través de las rutas comerciales.

Introducida por marinos, la epidemia dio comienzo en Mesina. Mientras que algunas áreas quedaron despobladas, otras estuvieron libres de la enfermedad o solo fueron ligeramente afectadas. En Florencia, solamente una quinta parte de sus pobladores sobrevivió.

En el territorio actual de Alemania, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida a causa de la peste negra. Hamburgo, Colonia y Bremen, fueron las ciudades en donde una mayor proporción de la población murió. No obstante, el número de muertes en el este de Alemania fue mucho menor.

Las consecuencias sociales de la “peste negra” llegaron muy lejos. Rápidamente se acusó a los judíos como los causantes de la epidemia por medio de la intoxicación y el envenenamiento de pozos.

En consecuencia, en muchos lugares de Europa se iniciaron progromos judíos y una extinción local de comunidades judías.

“LA GRIPE ESPAÑOLA”, REGISTRÓ LOS PRIMEROS CASOS EN FRANCIA

Se ignora la tasa de mortalidad de la pandemia padecida en el lapso 1918-1920, pero se estima que murieron del 10% al 20% de los infectados.

Con alrededor de un tercio de la población mundial, de inicios del siglo XX, infectada, esta tasa de letalidad significó que entre un 3 y 6 por ciento de la población mundial murió.

Se calcula que “la gripe española” pudo haber matado a 25 millones de personas en las primeras 25 semanas. Estimaciones más antiguas indicaban que murieron entre 40 y 50 millones de personas, mientras que estimaciones actuales mencionan entre 50 y 100 millones.

Sin embargo, es difícil compararla con otras graves pandemias de gripe del pasado de las que ahora es imposible extraer alguna información, como la de 1580.

Debido a “la gripe española”, se calcula que en China murieron 30 millones de personas; es decir, aproximadamente el 35% de la población de aquella época, alcanzando una mortalidad del 40% de la población en algunas zonas.

En el Ejército de China, al menos el 35 por ciento de las tropas que se enfermaron, murieron.

En Estados Unidos, cerca del 28 por ciento de la población padeció la enfermedad y murieron entre 500 mil a 675 mil personas.  En el Reino Unido, murieron 250 mil; en Venezuela 25 mil, en Argentina 14 mil 997, oficialmente, aunque se estima el doble; en Francia 400 mil; y en Italia una cifra igual.

En la India Británica, murieron entre 10 y 17 millones. Las estimaciones sobre el África subsahariana, se habló de entre 1 y medio y dos millones de víctimas mortales; en Alaska, en el pueblo de inuit de Fairbanks, de sus 80 habitantes, 78 fallecieron en solamente una semana y en Sudáfrica, murieron comunidades enteras.

En Australia, una 80 mil personas fueron víctimas de esta pandemia; en Fiji, murió el 30 por ciento de su población en sólo dos semanas, mientras que en Samoa Occidental, el 40 por ciento falleció; en Chile, fueron poco más de 40 mil los muertos.

Tras registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en Francia, la gripe pasó a España, un país neutral en la guerra y que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, de ahí que, pese a ser un problema internacional, se le diera este nombre porque en las informaciones de la época este país era el único que publicaba la gravedad de la enfermedad.

España fue uno de los países más afectados con cerca de 8 millones de personas infectadas en mayo de 1918 y alrededor de 300.000 muertes (a pesar de que las cifras oficiales redujeron las víctimas a “solo” 147 mil 114 personas.

En el caso del Perú, se documentaron tres olas de gripe, la primera en Lima entre julio y septiembre de 1918. La segunda fue entre noviembre de 1918 y febrero de 1919, la misma que se extendió a Trujillo e Iquitos, en el río Amazonas. La tercera ola se registró entre enero y marzo de 1920 en Lima y de julio a octubre en Ica. No se cuenta con datos precisos sobre la mortalidad que causó el virus.

Aunque la Primera Guerra Mundial no causó la epidemia, la cercanía de los cuarteles y los movimientos masivos de tropas ayudaron a su expansión. Los investigadores, creen que los sistemas inmunológicos de los soldados se debilitaron por la tensión del combate y los ataques químicos, incrementando las probabilidades de contraer la enfermedad.

Un factor en la transmisión de la enfermedad fue la cantidad de viajes de los combatientes. La modernización de los sistemas de transporte posibilitó que los navegantes propagaran más rápidamente la pandemia sobre un abanico más amplio de comunidades.

EN LA DÉCADA DE LOS 50, ALGUNAS PERSONAS HABRÍAN CONTRAÍDO EL VIH

El virus de inmunodeficiencia humana (VIH), es el agente etiológico, es decir el causante del sida, que es un conjunto de síntomas que se manifiestan cuando la infección por VIH ha llegado a una etapa crítica. Durante 1981, se documentaron los cinco primeros casos — dos de ellos mortales — de un cuadro sintomático desconocido hasta ese momento. Esta información y el posterior aumento de casos similares motivaron la búsqueda de la causa de la enfermedad, que en los primeros días fue bautizada como cáncer lila o GRID (gay-related inmune deficiency) traducido al español como inmunodeficiencia vinculada a los homosexuelaes.

El descubrimiento del VIH es objeto de controversia, aunque de manera oficial fue descubierta gracias al trabajo paralelo de dos equipos de investigadores; uno de ellos encabezado por Luc Montagner, en el Instituto Pasteur de París y el otro, Robeert Gallo, del Instituto de Virología Humana de la Universidad de Maryland en Baltimore.

Después del descubrimiento del virus se plantearon varias hipótesis sobre cuál podría ser su origen.

Las investigaciones realizadas muestran pruebas que ubican el origen del virus en África ecuatorial. Se trataría de una mutación del virus de inmunodeficiencia simia (VIS), que pasó a los humanos en algún momento del siglo XX.

A pesar de que los primeros registros de la enfermedad corresponden a 1981, investigaciones posteriores muestran que algunas personas ya habían contraído la infección por lo menos en la década de los años 50.

En 1984, un estudio de la Revista Estadounidense de Medicina, identificó a Gaëtan Dugas, asistente de vuelo de Air Canadá como “el paciente cero”, es decir, como la persona que trajo el virus de África ecuatorial a Occidente, donde se difundió rápidamente entre la comunidad homosexual.

Las investigaciones posteriores muestran que es más probable que la difusión del virus se debió a un grupo, más o menos, reducido de personas que hacían muchos viajes y tenían coito

La pandemia de sida, es consecuencia de la difusión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) alrededor del mundo.

La presencia del virus está documentada en la mayor parte de los países del planeta, pero las tasas de prevalencia varían de país en país. Se desconoce cuál es el número total de personas afectadas por la pandemia, pues la mayor parte de los portadores del virus suele desconocer su situación hasta el momento en que presenta algunas enfermedades oportunistas.

A partir de 1981, cuando fueron identificadas algunas manifestaciones del cuadro conocido actualmente como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), han muerto alrededor del mundo varios millones de personas.

La mayor parte de las víctimas corresponde a África subsahariana, que concentra alrededor de dos tercios de los seropositivos al VIH en el mundo.

El constante crecimiento del número de infectados con el virus ha movilizado a gobiernos y sociedad civil en todos los países. A nivel internacional, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH-sida (Onusida), es una agencia que tiene como propósito coordinar las acciones globales destinadas al control de la pandemia.

Además, en varias naciones existen entidades gubernamentales y civiles que cumplen las mismas funciones.

Los efectos y dimensiones de la pandemia de VIH-sida, cambian de país en país. Las naciones con tasas más altas de prevalencia se encuentran en África subsahariana, mientras que algunos países de Europa y Oceanía han reportado un bajo número de casos detectados.

En las distintas tasas de prevalencia del VIH en la población de un país, intervienen factores muy diversos.

En la mayoría de las regiones del mundo, la pandemia está estabilizándose. El pico máximo de nuevas infecciones ocurrió en 1996, con 3.5 millones de contagios alrededor del planeta. Para el 2008, Onusida calculó que hubo 2.7 millones de nuevos contagios, la mayoría de los cuales tuvieron lugar en los países africanos al sur del Sáhara. 

En su conjunto, las naciones de esa región del mundo suman alrededor de 23 millones de personas infectadas por el VIH. Esto representa más de dos tercios del total de casos calculados por Onusida en todo el planeta. La epidemia en África golpea a todos los estratos de la población y a todos los grupos de edad.

En 2004, África registró 560 mil de los 640 mil nuevas infecciones registradas en todo el mundo entre niños menores de 15 años. A diferencia de otras regiones del mundo, las mujeres y las niñas son el grupo más afectado por el VIH/sida en África subsahariana.

Varios países presentan una tasa de prevalencia del virus entre mujeres mucho mayor que en el caso de los hombres. Esta situación está relacionada con la mayor vulnerabilidad fisiológica de las mujeres al contagio heterosexual, pero también con condiciones de subordinación económica, social y política en esa región.

Uno de los elementos más importantes en ese sentido es la violencia sexuela y física que se ejerce en contra de las mujeres.

La diseminación del virus en algunos países africanos ha alcanzado dimensiones alarmantes. Por ejemplo, en Botsuana, el 38 por ciento de las mujeres embarazadas, en 2005, eran portadoras del VIH.

“PLAGA DE JUSTINIANO”, MATÓ ENTRE 25 Y 50 MILLONES DE PERSONAS

“La plaga de Justiniano”, fue una epidemia que afectó al Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino, incluyendo a la ciudad de Constantinopla y otras partes de Europa, Asia y África desde los años 541-543.

Se estima que, entre 541 y 750, la población mundial perdió entre 25 y 50 millones de personas, es decir, entre el 13 y el 26 por ciento de la población estimada en el siglo VI.

Se ha llegado a considerar como una de las más grandes plagas de la historia. Se supone que la causa de la plaga fue la “la peste bubónica” y las investigaciones más recientes confirman que se trata de la misma plaga bubónica relacionada con las infecciones actuales o de la época medieval.

La pandemia fue recurrente en torno a los puertos del Mediterráneo hasta aproximadamente el año 750, causando un gran impacto en la historia de Europa.

Historiadores modernos le dieron su nombre a esta epidemia, en referencia al emperador romano Justiniano I, que entonces gobernaba el Imperio bizantino.

El impacto sociocultural de la plaga en el período de Justiniano ha sido comparado al de “la muerte negra”. Según algunos historiadores del siglo VI, la plaga epidémica tuvo un impacto a nivel mundial, atacando Asia, África y Europa.

Los estudios tradicionales señalan el inicio del contagio y su penetración en Europa, en el este de África, aunque recientes estudios genéticos señalan que el reservorio originario de la cepa pudo estar en China. 

Según las fuentes disponibles, la epidemia surgió en algún lugar del Este de África y desde allí se trasladó al Alto Egipto y al Mediterráneo. Uno de los posibles orígenes de la epidemia pudo ser Rhapta en Tanzania, que es descrita como un importante enclave comercial por el geógrafo griego Claudio Ptolopmeo y por el Periplo del mar Eritreo. 

Estas fuentes nos señalan que era un próspero centro comercial que se dedicaba al comercio de marfil, conchas de tortugas y cuernos de rinocerontes. La ciudad estaba cerca de un río, no muy lejos del mar.

Esta plaza comercial estaba dominada por los comerciantes árabes del Yemen. Los mercaderes árabes se casaban con las mujeres locales e importaban a la zona grano, vino, productos de hierro y vidrio. Rhapta era uno de los enclaves comerciales situados más al sur de África. No obstante, otros puertos importantes eran Opone, que es la actual ciudad de Ras Hafun, essina y Toniki en Somalia.  

La ciudad de Opone, estaba estratégicamente situada en una isla conectada a las costa por una barrera arenosa y tendría cientos de habitantes.

Esta zona fue abandonada durante el siglo VI, tiempo en la que se datan los últimos restos cerámicos. Hasta esta fecha fue un centro importante donde pasaban las rutas comerciales del Mediterráneo, la India y África.  

Los puertos de Essina, Toniki y Raphta no han podido ser detectados arqueológicamente, lo que parece indicar, que al igual que Opone, estos puertos debieron desaparecer en el siglo VI. 

El siglo VI debió de ser un periodo dramático en la historia del Este de África, porque muchos de sus puertos comerciales clave desaparecieron. Este periodo catastrófico se puede relacionar con el periodo de declive demográfico que se vive en Europa durante este mismo siglo, a consecuencia de “la plaga de Justiniano”.

Además, el Este de África es un reservorio natural de los animales que difunden la peste bubónica.

El yacimiento de Unguja Ukuu, en Zanzíbar, ha mostrado evidencias de que zonas tan alejadas de África tenían contactos con el Imperio romano, pues se ha encontrado cerámica romana proveniente del norte de África que se ha datado por radio carbono en la segunda mitad del siglo VI. También se han hallado huesos de Rattus rattus y otros roedores, que los habitantes de ese lugar utilizaban como alimento. Todo esto provocaba que se den las condiciones adecuadas para que se propague la epidemia.

En la actualidad se reconocen como lugares endémicos de la peste bubónica la zona del Himalaya, el Centro y Este de África, así como las estepas asiáticas.

La epidemia del siglo VI parece haberse originado en África y no en Asia. No encontramos testimonios de peste bubónica en Asia hasta el siglo VII. China, fue infectada por la epidemia pero cien años después y posiblemente lo sería desde Persia, contaminada, a su vez, por su contacto con el Imperio bizantino.

Por otro lado no hay evidencias de peste bubónica en las estepas asiáticas hasta bien entrada la Edad Media.

Las fuentes primarias, como Evagrio Escolástico, señalan que la epidemia provenía de África, más en concreto de Etiopía ó Aethiopea. Siguiendo estas teorías las primeras zonas afectadas de esta pandemia serían las zonas de Etipía y Yemen, alrededor del año 540.

David Keys, señala que la propagación de la epidemia, en esa época está relacionada con los cambios climáticos sucedidos durante los años 535 – 536. Estos cambios se centrarían en la disminución de la luz solar que entraría en la tierra debido al oscurecimiento del sol.

Para el autor, las consecuencias de este fenómeno provocarían un auténtico caos que se traduciría en hambre, epidemias, migraciones e inestabilidad política de muchas regiones.

Sería un fenómeno mundial que afectaría a África, Europa, Asía, Mesoamérica y Sudamérica. En cuanto a la epidemia, los cambios climáticos provocarían excesivas lluvias seguidas de sequías que provocarían la expansión de los vectores que propagaban la epidemia.

En el Este de África hay gran cantidad de especies que pueden propagar la epidemia como ratones o gerbilinos. Los gérbilinos tienen un carácter muy territorial y se pueden desplazar varios kilómetros para habitar otros lugares. Estos gérbidos pudieron ir infectando a otros roedores y así extender la enfermedad. Este tipo de roedor pudo contagiar la enfermedad a la rata negra o Rattus rattus que es uno de los principales vectores de la epidemia.

En Europa una de las primeras fuentes que parecen hablar de este cambio climático es el historiador Procopio de Cesarea, quien afirma que durante estos años el Sol estaba como apagado, sin luz y que provocó gran terror en mucha gente.

Este cambio climático favorecería la expansión de los vectores de la epidemia como pueden ser las pulgas o los roedores y su desplazamiento a diversos lugares del mundo.

El cambio climático, según Keys, pudo ser provocado por una gran erupción volcánica u otro factor que provocase una gran explosión que liberase millones de toneladas de polvo a la atmórfera.

Keys, centra sus pruebas en la dendrocronología, estudiando los anillos de los árboles de lugares como Escandinavia y Europa Occidental,  observando que se produce una reducción de su grosor desde el año 536 al 542, no recuperándose su tamaño hasta el año 550. Estas perturbaciones explicarían los anomalías climáticas que se observan en algunos lugares como Britania del año 535 al 555.  

“EL TIFUS”, CONOCIDO CON OTROS NOMBRES, COBRÓ MILLONES DE VÍCTIMAS

La primera descripción de la enfermedad del tifus, aparece en 1489 en España durante el Reino Nazarí de Granada. Se describe como la presencia de fiebre y de manchas rojas sobre los brazos, espalda y tórax, déficit en la atención con progreso hacia el estado de delirio, llagas gangrenosas y hedor a carne podrida.

Durante el cerco de Granada, los cristianos perdieron 3 mil hombres en acciones del enemigo, pero 17 mil murieron por tifus.

En los tiempos históricos la “fiebre de Gafe” o “Aryotitus fever” (Fiebre de Aryotus), fue común en las prisiones inglesas, y autoridades modernas creen que se trataba de tifus.

Ésta se daba frecuentemente cuando se hacinaba a prisioneros en celdas oscuras y mal aseadas, donde era fácil la diseminación de piojos. En esa época, ser sentenciado a “prisión hasta la próxima reunión del tribunal” frecuentemente equivalía a una sentencia de muerte. Los prisioneros, cuando eran presentados en el tribunal, algunas veces infectaban a los miembros del tribunal judicial.

Después del assize en Oxford en 1577, llamado más tarde “el Assize Negro”, cerca de 300 personas murieron de la fiebre de gafe, incluyendo a sir Robert Bell, Lord Chief Baron of the Exchequer.

Otro brote notable fue “el Assize Negro” de Exeter de 1586. Durante el assize de Lent, en el que el tribunal se hospedó en Taunton en 1730, la “fiebre gafe” causó la muerte del Lord Chief Baron, también del High Sheriff, el sargento y cientos más.

Durante ese tiempo en el que las personas eran ejecutadas por delitos capitales, murieron más prisioneros por “fiebre de gafe” que por ejecución pública en el Reino Británico.

En 1759, autoridades en Inglaterra estimaron que, cada año, morían un cuarto de los prisioneros debido a la fiebre carcelaria. En Londres, la fiebre carcelaria frecuentemente brotaba entre la población de la ciudad, cuando se liberaban prisioneros enfermos de la Prisión de Newgate.

En mayo de 1750, el Lord Mayor of London, sir Samuel Pennant y un gran número de miembros del personal del tribunal judicial, se infectaron fatalmente en la sala de audiencias de Old Bailey.

Los brotes epidémicos aparecieron rutinariamente en Europa desde los siglos XVI hasta el siglo XIX, incluyendo durante la Guerra Civil Inglesa, La Guerra de los Treinta Años y las guerras Napoleónicas.

Epidemias de diferentes tipos se diseminaron entre los combatientes y la población civil en Alemania y países vecinos de 1618 a 1648. De acuerdo a Joseph Patrick Byrne, “hacia el final de la guerra, el tifus había matado más del 10 % de la población total de Alemania y la enfermedad causaba cerca del 90 % de las muertes de Europa”.

Durante la retirada de Napoleón de Moscú, en 1812, murieron más soldados franceses de tifus que asesinados por los rusos.

Una epidemia mayor ocurrió en Irlanda entre 1816 y 1819, durante la hambruna causada por una reducción de la temperatura en el mundo, conocida como el “Año sin Verano”. Se estima que fallecieron cerca de 100 mil irlandeses.

El tifus apareció otra vez a fines de 1830 y hubo otro brote epidémico mayor de tifus durante “la Gran Hambruna Irlandesa”, entre 1846 y 1849. El tifus irlandés se diseminó a Inglaterra, donde fue llamado algunas veces como “Fiebre Irlandesa” y era notorio por su virulencia.

Este brote mató a gente de todas las clases sociales, porque el piojo era endémico e ineludible, pero fue particularmente duro en los estratos sociales más bajos, que tenían peores medidas higiénicas.

En Estados Unidos, un brote de tifus epidémico apareció en Filadelfia en 1837 y mató al hijo de Franklin Pierce (catorceavo presidente norteamericano) en Concord, New Hampshire, en 1843.

Varias epidemias aparecieron en Baltimore, Memphis y Washington D.C., entre 1865 y 1873.

El tifus fue también un mayor asesino durante la Guerra Civil de la Unión Americana, a pesar de que la fiebre tifoidea, llamada “fiebre de campamento”, fue la causa más frecuente de muerte por enfermedad en la Guerra Civil.

La fiebre tifoidea es originada por la bacteria Salmonella typhii, no debe confundirse con la Salmonella enterica, que causa el envenenamiento de los alimentos y es una enfermedad completamente diferente del tifus. 

Solo en Canadá, la epidemia de tifus de 1847 mató a cerca de 20 000 personas de 1847 a 1848, principalmente entre los inmigrantes irlandeses recluidos en “casas de fiebre” y otros lugares de cuarentena, quienes habían contraído la enfermedad en los barcos abarrotados que venían huyendo de la Gran Hambruna Irlandesa.

Los oficiales de los barcos no sabían cómo aplicar la suficiente sanidad de acuerdo a las condiciones de ese tiempo; no se sabía por qué se diseminaba la enfermedad.

Estaciones sanitarias fueron establecidas para las tropas en el Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial, pero la enfermedad rebasó los ejércitos del Frente Oriental, con cerca de 150 mil muertos solo en Serbia.

La mortandad fue generalmente entre el 10 y el 40 % de los soldados infectados y la enfermedad fue la mayor causa de muerte de quienes cuidaban a los enfermos.

En 1922, el tifus endémico tuvo un pico importante en el territorio soviético, con reporte de 25 a 30 millones de casos en la Unión Soviética. Aunque el tifus afectó a Polonia, con cerca de cuatro millones de casos reportados, la contención de la diseminación de la enfermedad tuvo un gran éxito hacia 1921 gracias al esfuerzo de pioneros de Salud Pública como Helène Sparrow y Rudolf Weigl.  

En Rusia, durante la guerra civil entre las fuerzas Blancas y Rojas, el tifus mató tres millones de personas, principalmente civiles.

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos alemanes prisioneros de guerra (POW), después de la pérdida de Stalingrado murieron de tifus.

El tifus epidémico también mató a los confinados en campamentos de prisioneros de guerra, guetos y en los campos de concentración nazis, que tenían condiciones clínicas sin higiene.

En las filmaciones de las fosas comunes del campo de concentración de Bergen-Belsen, pueden verse a víctimas del tifus.

Entre los miles de prisioneros de los campos de concentración, como Theresienstadt y Bergen-Belsen, murió de tifus a los 15 años Ana Frank  su hermana Margot, a los 18 años.

La mayor epidemia de tifus en el caos de la posguerra en Europa, fue frenada en su diseminación por el amplio uso de un nuevo descubrimiento: el DDT, que mató a los piojos de millones de refugiados y personas desplazadas.

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