En notas musicales – En Memoria a Leonard Cohen

11 de Noviembre – En Memoria a Leonard Cohen (21 de septiembre de 1934 – 7 de noviembre de 2016) El pasado 7 de noviembre… 11 de Noviembre – En Memoria a Leonard Cohen (21 de septiembre...

11 de noviembre, 2016

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11 de Noviembre – En Memoria a Leonard Cohen (21 de septiembre de 1934 – 7 de noviembre de 2016) El pasado 7 de noviembre…

11 de Noviembre – En Memoria a Leonard Cohen

(21 de septiembre de 1934 – 7 de noviembre de 2016)

El pasado 7 de noviembre murió el poeta, músico, compositor y escritor canadiense Leonard Cohen. La ceremonia fue privada e íntima, como pidió a sus familiares y el día 10 de noviembre se hizo pública la noticia de su fallecimiento. El mundo del arte, la música, la literatura y la cultura pop lamenta su pérdida y le rinde honores a uno de los grandes nombres que se unen a los caídos de 2016, año en que cada vez más llegamos a la conclusión en que es "el año en que la música murió".

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La voz es su carta de presentación… el resto es el mito. El encanto con el que Leonard Cohen se ha desenvuelto a lo largo de su carrera va mucho más allá de su dote literario y su facultad musical. Más que las historias retratadas en sus textos, las polémicas levantadas en sus canciones y la elegante personalidad distintiva, la figura de Cohen se yergue por los mitos engendrados por su arquetipo.

Mujeriego, loco, religioso, zen, misterioso, complicado, irresistible, interesante, inestable… adjetivos que se justifican a partir de sus mitos y que sobre todo, lo definen como único. Leonard empezó su trayectoria artística de muy joven con intenciones más dirigidas hacia la poesía que a la música, aunque sin apartar a una de la otra en algún momento. En su inicio musical resalta esa figura adolescente, con el discreto apoyo de una guitarra acústica y la compañía de un grupo de corta vida llamado The Buckskin Boys. La necesidad protagónica y las enseñanzas de un guitarrista de flamenco le definen como solista, y con el encanto seductor que la guitarra española atribuye, empieza a delimitar su personaje… el “ladies’ man” o mujeriego.

Cohen tiene la enorme facultad de crear música tan elegante y sutil, como contundente y ambiciosa, pero sobre todo, perfectible. Las instrumentaciones a sus poemas no arrebatan presencia a los elaborados versos, pero tampoco se convierten en innecesarios acompañamientos a un mensaje con personalidad propia. Probablemente, esta fue la razón por la que Phil Spector y Leonard no lograron comunión en ese trabajo de 1977 (Death of a Ladies’ Man) que desembocó en una lucha de poderes de la cual ninguno salió bien librado.

Pese a ser reconocido con mayor devoción por su legado folk de los años sesenta y el reduccionismo escénico que este simboliza, Leonard Cohen ha modificado esa concepción musical con el paso de los años. En esa evolución, su contenido lírico también ha ampliado en más relatos de humor negro, que enriquecen esas historias de abandono, cuestionamiento y política que ha narrado a lo largo de su amplia carrera. En cuestiones musicales, los coros góspel han sido recurrentes en los últimos años, pero también el protagonismo de una gruesa voz que en ocasiones se acompaña de cuerdas, otras de guitarras, piano o alientos, pero sobre todo, de la inspiración heredada por la compañía femenina.

La aportación musical de este personaje parece opacarse con su poderosa voz, pero gracias al abrupto cambio de estilo en la década de los ochenta alcanzó un acercamiento a públicos más jóvenes que redituó en mayor aceptación. El mismo giro que dio a sus canciones le ayudó a liberar sus contenidos que, sin perder la seriedad, le permitieron ser más sarcástico y hacer gala de un oscuro sentido del humor; después de todo, un legítimo seductor sabe como madurar con gracia.

Leonard Cohen es un tipo que se toma las cosas con calma. Para trabajar un álbum, disfruta que este sea madurado como el vino y desdeña cualquier tipo de prisa ajena a su control. En una carrera discográfica que inició en 1967, ha compuesto un total de doce placas bajo su nombre –sin considerar la música para la película de 1971 McCabe & Mrs. Miller de Robert Altman o la co-autoría de Blue Alert de su última pareja sentimental, Anjani Thomas, entre otras-, que han visto largas brechas de separación de hasta nueve años de separación. Cohen ha sabido consolidar las historias que lo mitifican, con poco involucramiento mediático, pero sobre todo, con largos períodos de aislamiento.

Pese a esta característica, se ha dado el gusto de realizar giras mundiales que destacan emotivas presentaciones y en ocasiones, polémicas de estado. Una presentación de Leonard Cohen es un acontecimiento; tanto cultural como musical. Las reacciones que ha provocado en el Medio Este de Europa o festivales de renombre como Glastonbury o Coachella –por mencionar algunos pocos- desencadenan incansables halagos al laureado poeta: sin embargo, la controversia política ha sido manifiesta en momentos como los conciertos de Polonia de los años ochenta cuando cantó el himno del movimiento de Solidaridad Polaca, “The Partisan”, o al tratar de donar las ganancias de su concierto en Tel Aviv en 2009 a un fondo de Amnistía Internacional para los damnificados por la guerra entre Israel y Palestina –fondos que la ONG decidió rechazar eventualmente por la falta de apoyo de los mencionados países-.

Los misterios detrás de la figura de Cohen encierran diversas creencias; una de ellas fue que estuvo en un manicomio, cuando en realidad recluido en un monasterio budista. Aunque de formación judía y niñez mesiánica, Leonard no toma la religión con fanatismo y admite estar orgulloso de esta formación, pero eso no le impide conocer otras que le han sabido aportar. Este hombre persigue en su soledad la reflexión que le acompaña toda su vida, aunque sus historias con mujeres no lo hayan logrado.

Parejas que pudieron pasar desde Rebecca de Mornay hasta Anjani Thomas por un sendero creativo, mitos de noches en el Hotel Chelsea de Nueva York con Janis Joplin, o reflejadas en canciones como Marianne Stang en “So Long, Marianne” o Suzanne Verdal en “Suzanne” (no dedicada a su ex esposa Suzanne Elrod), las mujeres siempre fueron inspiración en el inconsciente de Cohen. Más allá de la música, Leonard imprime en su ronca entonación la emoción necesaria a las historias de sexo, infidelidad, amor y cuestionamientos que le han provocado las mujeres. El estilo siempre tomó un rumbo seductor, íntimo y confiado. Los resultados podrían ser cualquiera, pero este mujeriego siempre lograba lo que necesitaba con el género femenino.

Alguna vez halagó a Lou Reed al decirle que al escucharlo cantar él se motivó a crear música, y aunque después se la repitiera a alguien más, el neoyorquino lo recuerda con cariño. Fue ese mismo músico quien indujo a Leonard Cohen al Salón de la Fama del Rock & Roll en el 2008. Su talento ha sido galardonado desde la adolescencia con premios estudiantiles de Québec hasta el “Príncipe de Asturias” español en literatura. La imagen de Cohen es ilustración de elegancia pese a sus casi 80 años de edad y que engrandece “con el regalo de una voz de oro”… como él mismo describe su expresión; sin embargo, más allá de la humildad en sus reflexiones, de la facultad lírica, sus ácidos cuestionamientos y conmovedoras canciones, Leonard Cohen es la personificación de un ideal, un icono… un ladies’ man por excelencia.