Los dioses no mueren. II

Continuemos con el comentario acerca de la Síndone. En el lienzo ya descrito se observan las siguientes características: Ofrece una imagen doble de cuerpo humano...

18 de abril, 2019

Octavio de Jesús Rebollar

Continuemos con el comentario acerca de la Síndone.

En el lienzo ya descrito se observan las siguientes características:

Ofrece una imagen doble de cuerpo humano.
Puede observarse a simple vista sólo a una distancia de dos a tres metros.
Estable a la temperatura.
Estable al agua.
Completamente superficial.
Carece de huellas de pigmentos o colorantes.
Carece de direccionalidad en los trazos.
Es completamente negativa.
Contiene datos que permiten identificar tridimensionalidad.
La pormenorización de las imágenes es notable.
Se comprueban residuos de sangre humana.
Los coágulos que tiene adheridos son íntegros.
Se alcanzan a captar estructuras internas.
El cuerpo presentado es perfecto.

Entrando en detalles:

1.- La doble imagen, encontrada por las cabezas, muestra la forma en que cubrió un cadáver envolviéndolo por el frente y por la espalda conforme los rituales judíos de inhumación corrientes durante la dominación romana.

2.- Esta característica de observabilidad descarta la posibilidad de elaborar la imagen a pincel ya que se necesitaría un pincel de mango de dos o tres metros para realizarla.

3.- Ha sido sometida al menos a tres incendios datados, incluyendo uno en donde resultó con quemaduras y las líneas cercanas a las quemaduras permanecen con las mismas características que el resto.

4.- Durante los incendios ha sido mojada con abundante agua y ha quedado huella, pero no ha deformado en manera alguna la imagen.

5.- Observadas al microscopio las fibras que componen la tela se muestran coloreadas selectivamente pero sólo en la parte superficial, una fibra que da vuelta por completo en el hilo, solamente recibe el color en la parte superficial, las fibras contiguas no necesariamente se encuentran coloreadas, todas son del mismo color y la intensidad que se capta en la imagen varía en función del número de fibras que se encuentran coloreadas y no por variación en el color de las mismas.

6.- En la misma observación microscópica se observa la falta de colorantes, pigmentos o residuos de éstos, la coloración parcial de fibras integrantes de la tela, respetando partes interiores muestra que, en caso de haber sido pintadas por cualquier medio artificial, por efecto de capilaridad se hubiera coloreado por completo compartiendo el colorante con las fibras contiguas, cosa que no sucede y está sujeta a observación.

7.- Los expertos en arte indican que toda pintura recibe los trazos de su autor en una dirección determinada que sirve para identificar al autor en muchas ocasiones y en la figura estampada en la Síndone no se encuentra esa direccionalidad.

8.- La negatividad de la imagen es la característica que dispara la necesidad de estudiarla científicamente. ¡Una imagen negativa! En un lienzo anterior al descubrimiento de la fotografía, sin importar la fecha que se le quiera asignar.

La primera fotografía del lienzo está perfectamente documentada el 28 de mayo de 1898 durante la ostensión motivada por la boda de Víctor Manuel III, príncipe heredero de la casa de Saboya, tomada por el aficionado a la Fotografía el Lic. Secondo Pía, quien convenció a sus majestades de la necesidad de conservar una evidencia de la existencia de ese lienzo ante la eventualidad de una destrucción involuntaria, accidental o terrorista.

Con las últimas técnicas fotográficas del momento, con una cámara que hoy se puede conocer, negativo de vidrio con sales que requirieron una exposición de 20 minutos, iluminación de dos grandes focos alimentados por un par de generadores, montada la cámara sobre un par de rieles para el enfoque correcto, instalado todo en el interior de una catedral medieval, logró su objetivo. Tomó la foto.

A toda prisa fue a revelar para ver si era necesaria otra exposición y se sorprendió al observar el resultado: su negativo presentaba una imagen positiva, clara y nítida de un hombre atormentado, que él supuso correspondía a Jesucristo y como fiel cristiano se puso de rodillas ante la revelación e hizo una oración.

Ahí se inicia la discusión sobre la autenticidad de la reliquia, se descubría una fotografía de Jesucristo Crucificado.

Si se hubiese tratado de los huesos del eslabón perdido de la cadena evolutiva, la tumba de la nieta de Ramsés IV, o la espada de Espartaco hubiera causado sensación, pero la comprobación de la existencia de Jesucristo sólo acarrea dudas y cuestionamientos.

Verificar sin lugar a dudas el tránsito por la tierra del hombre que invitó a amarnos los unos a los otros y que nos dijo que la verdad nos hará libres, y dedicó joyas de oratoria como el Sermón de la Montaña, tiene implicaciones conductuales, si existió, ¿por qué no le hacemos caso? Es más cómodo ignorarlo y continuar nuestra vida sin respuesta moral a sus propuestas. Así que de ese momento en adelante habrá una legión de “científicos” interesados en demostrar la falsedad de la imagen.

La consecuencia es un debate científico entre quienes afirman su autenticidad y quienes la niegan.

El cirujano francés Pierre Barbet es el primero en entregar un estudio basado en la experimentación que demuestra la corrección anatómica de la imagen sindónica que ha sido tildada de incorrecta poniendo como ejemplo las heridas causadas por los clavos en las muñecas y no en las palmas como las muestran la generalidad de las pinturas y con su experimentación comprueba que en la palma los tejidos se desgarrarían con el peso del cuerpo y en las muñecas el cuerpo se sujeta con sobrada resistencia; de la misma manera demuestra la corrección anatómica de los regueros de sangre dispuestos en todo el cuerpo, así como las huellas de los latigazos procedentes del flagrum romano que deja huellas parecidas a una mancuerna de gimnasia.

Barbet presentó en su momento su trabajo a su maestro Yves Delage, afamado científico miembro de la Academia de las Ciencias de París, reconocido por sus amplios conocimientos y por ser profundo agnóstico y antirreligioso, quien exclamó con sinceridad científica: “mi amigo, entonces el cadáver que aquí estuvo resucitó”. Este descubrimiento, para él, lo llevó a estudiar la Síndone ampliamente, pero cuando quiso presentar sus resultados a la academia fue abucheado y no quisieron darle oídos.

Hoy las afirmaciones de que la fotografía de Secondo Pía fue trucada caen por las incontables fotografías tomadas con técnicas posteriores analógicas y digitales, que incluyen la fluorescencia ultravioleta, análisis de su espectro electromagnético con rayos infrarrojos, rayos X, rayos ultravioleta, luz visible que superan las 8000 diferentes fotografías que al día de hoy no terminan de revisarse y que con frecuencia sorprenden aún a técnicos que participaron en otras áreas de estudio.

En definitiva, la negatividad del lienzo es cosa absolutamente probada, imposible resultado de un truco.

9.- La tridimensionalidad de una imagen presentada en dos dimensiones es un concepto más difícil de comprender que la negatividad a un desconocedor de las primeras técnicas fotográficas, trataré de explicarlo a mi limitado nivel de conocimiento:

Cuando tomamos una foto de un grupo numeroso de personas y enfocamos con precisión al personaje principal de ese grupo, quien se encuentra ubicado al frente y al centro del grupo es probable que su imagen salga nítida y las de la fila donde se encuentra dicho personaje, igualmente las filas cercanas, dos o tres, conforme la profundidad de campo de la lente y la sensibilidad de la película, las filas más alejadas irán perdiendo nitidez conforme se alejen del motivo principal hasta que las últimas no puedan reconocerse.

Cuando de fotografiar planetas se trata, desde un navío enviado desde la tierra y cercano a, por ejemplo, Júpiter, podremos enfocar con precisión el cenit o punto más cercano al navío más, en la misma toma, el horizonte del macroplaneta queda tan lejos que queda fuera del rango de profundidad de campo de los lentes comunes usados para estos trabajos, entonces se recurre a la fotografía digital que divide en pixeles cada uno de los puntos de la fotografía, desechando la fotografía analógica, y como en la nave espacial no llevan Fax sino desmenuzan punto por punto de la fotografía y agregan a la información normal de colorido, brillo, ubicación, intensidad, la información correspondiente a la distancia al lente objetivo del punto referido y así transmiten la información, misma que en Tierra se decodifica, o sea, se corrige y se obtiene una fotografía de excepcional nitidez que resalta hasta los detalles orográficos del planeta estudiado.

Para este trabajo, obviamente, se requiere de equipo de última generación y conocimientos profundos del tema, dependientes de una gran organización que disponga de esa tecnología de punta.

Dos Físicos especialistas de las Fuerzas Armadas de Norteamérica, John Jackson y Erick Jumper, profesores ambos, el primero de ciencias aeronáuticas y el segundo de física, reaccionaron como lo hicieron en su momento Pierre Barbet e Ives Delage para explicar la fotografía, éstos para explicar la tridimensionalidad afirmando lo siguiente: “nuestros aparatos del Centro Jet Propulsion, de Pasadena (NASA), nos han permitido constatar la autenticidad de la Síndone, en el sentido que podemos afirmar con absoluta seguridad que no ha sido pintada por ningún artista.”

Ellos tenían a su disposición el analizador de imágenes VP-8 con el cual era posible imprimir las fotos enviadas por los aparatos interespaciales con bases de datos tridimensionales y encontraron que tomando la información de la Síndone como una base de datos tridimensional era posible armar una impresión en tres dimensiones, lo cual realizaron con sencillas técnicas parecidas al papel maché con un resultado sorprendente.

A ese tiempo ya existía la inquietud por desvelar el misterio de la imagen sindónica en un buen número de científicos y al empezar a tener comunicación entre ellos integraron un grupo llamado STURP (Síndone Turín Research Projet), que se presentaron en Turín con sus descubrimientos a solicitar permiso de estudiar la manera en que se había formado esa imagen. Las autoridades correspondientes concedieron el permiso condicionando el tiempo de investigación a cinco días, exigiendo que toda ciencia y técnica que pudiese dar una opinión acerca de una tela antigua estuviese representada por el mejor o lo más próximo a ello de sus científicos dominantes, así como ser los primeros en enterarse en caso de encontrar evidencias de superchería o falsificación.

Los resultados de esta investigación merecen ser consultados en internet y son los que dispararon todo género de investigaciones cuyos resultados, hoy a cuarenta años de su realización, siguen sorprendiendo ya que las fotografías disponibles al público pasan de las 8000 considerando las diferentes técnicas utilizadas dando resultados contrastantes, como la evidencia de la contaminación con hilo de algodón en las muestras sujetas al análisis del carbono radioactivo debidas a un excelente zurcido invisible de las esquinas roídas por la sujeción primitiva que se utilizaba para las diferentes ostensiones, utilizando un teñido perfecto para el hilo de algodón con que se reparó el tejido de lino, tan bueno que en los primeros estudios no se detectó y sólo se consiguió con una de las técnicas fotográficas diferentes, analizada por computadora, por otro lado la absurda teoría de que la imagen de la Síndone es un autorretrato de Leonardo Da Vinci, quien tenía un año de edad cuando se documentó la existencia de la Síndone en Francia, lo que imposibilita su realización, menos aún cuando el autorretrato en cuestión lo muestra con una edad avanzada.

Los puntos faltantes los reservo para mi siguiente colaboración para no saturar ésta ya de por sí muy extensa.

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