Lo real y lo verdadero

Lo Real lo es por sí mismo, mientras que la verdad humana es siempre construida y puede o no estar atada a la moral. Un dato o un conjunto de ellos por más que sean verificables no...

7 de octubre, 2022 Lo real y lo verdadero

La semana anterior decíamos que lo real es lo que existe y se constituye de la coemergencia de lo subjetivo y lo concreto, mientras la verdad es la forma particular como ordenamos, comprendemos e interpretamos una porción de esa realidad que existe, a la que podemos acceder a partir de nuestras limitaciones, ya no sólo como individuos llenos de prejuicios, creencias y preconcepciones, sino como especie.

A diferencia de “lo Real”, que es por sí mismo, sin importar siquiera si hay un observador que de cuenta de ello: la galaxia Andrómeda, una gota de agua o un ejemplar de don Quijote “son lo que son” con total independencia de nuestros juicios y convicciones. Sin embargo, la verdad es una construcción que emerge a partir de una combinación de referentes producto de la comprensión humana: la galaxia Andrómeda está a 2530 millones de años luz de la Tierra, el cuerpo humano está compuesto por un sesenta por ciento de agua o el Quijote de Cervantes es la primera novela moderna. 

Un delfín, un caballo o un cóndor están inmersos en la Realidad, pero igual que nos sucede a nosotros, ellos tampoco pueden percibirla en su totalidad, tan sólo captan la porción de ella que las características propias de cada especie permite. Y es a partir de ellas, de lo que pueden percibir del mundo que habitan y el modo en que están habilitados para interpretarlo, cómo gestionan la propia existencia. Cada uno de los especímenes saben, a partir de una mezcla de intuición, instinto y memoria, qué partes de su ecosistema resultan amenazantes, dónde existen riesgos inminentes, dónde pueden relajarse y, a partir de todo ello, cumplir de la mejor forma su mandato existencial: sobrevivir tanto como sea posible y aparearse con el propósito inconsciente de perpetuar la propia especie. 

Sin embargo estas intuiciones instintivas no pueden considerarse “verdades” porque no son producto de una articulación consciente ni cognitiva, simplemente las llevan a cabo como un mandato instintivo de la especie: nadar por ahí es peligroso (delfín), si vuelo por arriba de tal altura puedo morir (cóndor) o debo cuidarme de los lobos (caballo). 

Mientras que en la realidad que habitamos los humanos hay innumerables casos de robo y estafa, la verdad universal y vigente en todas las épocas y culturas, coincide en que despojar a alguien de su legítima propiedad es una conducta detestable e inmoral. Decir que el robo es un acto inmoral y reprobable es una verdad humana. Sin embargo, dentro de los códigos criminales no escritos si bien se considera meritorio despojar de sus pertenencias a quien se deje, con lo cual, entre más y mejor se robe, más admiración se gana dentro del gremio, resulta inaceptable robarse entre miembros del mismo cártel, al grado de que casi siempre la osadía de hacerlo se paga con la muerte. Dentro de esta otra realidad humana el robo sólo es reprochable si la víctima forma parte del grupo de ladrones y, al contrario, es meritorio si se lleva a cabo contra la población en general. Se trata de una nueva versión de la misma verdad, interpretada de modo distinto y aplicada en un grupo específico.   

La verdad humana es siempre construida y puede, o no, estar atada a la moral. Un dato, o un conjunto de ellos, por más que sean verificables, no constituyen una verdad humana. Resolver una fórmula matemática es eso: información, más o menos verificada, más o menos certera acerca de un fenómeno específico, pero mientras no se inserte en el universo humano, no podrá considerarse una verdad: la raíz cuadrada de 259, si no se le relaciona con una teoría, con una hipótesis, con un cálculo específico, será tan solo un dato, un hecho, pero no una verdad. Un hecho concreto da cuenta de algo que ocurrió, de condiciones que existen, de información útil, concreta y verificable pero, para efectos de la realidad humana, para efectos de la construcción de narrativas y relatos que le den sentido y dirección a nuestros actos, un dato no tiene el carácter de verdad en tanto se contextualice y articule como tal. “Me siento triste” puede tratarse de una afirmación que refleje un estado de ánimo que efectivamente está teniendo lugar en el interior de un individuo, pero se convierte en una verdad del mayor interés cuando el individuo en cuestión se convierte en consultante y le explica al terapeuta las características y detonadores de dicho estado. A partir de estos hechos la tristeza adquiere contexto, se relaciona con determinados aspectos de la existencia de quien la padece y es entonces que se materializa como verdad. 

Podríamos decir entonces que la “verdad” es la conclusión más deseable a la que se llega dentro de una porción de la realidad conceptual y contextual humana. Pero si bien la Realidad –objetiva y subjetiva– es universal, la verdad es parcial y relativa a un tiempo, un espacio, una determinada comprensión o una forma concreta de ver las cosas. A diferencia de la “realidad total”, que la contiene, la verdad humana es construida a partir de conceptos y convicciones de naturaleza parcial lo que implica que “las verdades” se transforman en la medida que aprendemos y evolucionamos.  

La verdad va mucho más allá de los datos o de la información verificable. Si leyéramos en el diario que, tras un tiroteo, murieron veinte personas y la nota explicara los calibres de las armas, la disposición de los cadáveres e incluso los nombres de los asesinados, se trataría de información, muy valiosa y fundamental sin duda para entender lo sucedido, pero que se transforma en verdad cuando se inserta en un relato, en una interpretación que explique objetiva y subjetivamente “lo que pasó”, incluyendo las motivaciones, las consecuencias, el contexto en que sucedió, las relaciones del crimen con la comunidad,  que desvele hipótesis que apunten en dirección a los autores intelectuales, que desarrolle las líneas de investigación policiaca y un largo etcétera. No olvidemos que del asesinato de John F. Kennedy o de Luis Donaldo Colosio se sabe todo, excepto la verdad.   

 

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