Lo que López Obrador debió vitorear y no vitoreó… (y las razones de gritar de menos)

Más importante que sus veinte vivas del pasado 15 de septiembre, es la proclamación que López Obrador evitó incluir. Basta recordar cuál fue nuestra primera...

20 de septiembre, 2019

Más importante que sus veinte vivas del pasado 15 de septiembre, es la proclamación que López Obrador evitó incluir.

Basta recordar cuál fue nuestra primera bandera nacional ondeada por el cura Hidalgo el 15 de septiembre de 1810.

La razón por la cual el actual presidente de la República NO se acordó de nuestra primera bandera nacional, se encuentra y se explica en su exaltación de “la fraternidad universal” que es una consigna masónica cuyos principios son directamente contrarios a la devoción guadalupana y a la fe católica de la mayoría del pueblo mexicano.

López Obrador no es cualquier evangélico; su filiación religiosa es fruto de la infiltración de los Estados Unidos en el muy ambicionado Istmo de Tehuantepec que, a través del Instituto Lingüístico de Verano, fue invitado a México por el general Lázaro Cárdenas, con la intención de traducir la biblia protestante a los idiomas nativos, y de paso socavar la unidad nacional de México, fragmentando esa región con resultados de violencia como el de la matanza de Acteal en la época de Zedillo.

La fragmentación religiosa y cultural del Istmo de Tehuantepec, obedece a la muy vigente ambición estadounidense de apoderarse de esa zona de México, para unir los océanos Atlántico y Pacífico con una vía marítima mucho más fácil de manejar que el Canal de Panamá.

En el texto original del Tratado de Guadalupe Hidalgo, el artículo X, nos arrebataba precisamente el Istmo de Tehuantepec, previendo la posibilidad de la comunicación interoceánica.

Nuestros diplomáticos de entonces, como Luis G. Cuevas, Miguel Aristain y Lucas Alamán, por indicaciones del general Santa Anna, frustraron la ambición gringa negándose a ceder lo que San Benito Juárez regalaría gustoso 11 años más tarde, con tal de asegurarse el apoyo de Estados Unidos.

El 14 de diciembre de 1859, Benito Juárez, el santón supremo del santoral masónico nacional, le regaló a los gringos lo que nuestros diplomáticos patriotas lograron borrar del artículo X de Guadalupe Hidalgo, en 1848:

Lo mismo que San Juárez lo hizo en 1923 el también traidor Álvaro Obregón con los tratados de Bucareli, para aferrarse al poder al igual que el ex pastorcito de San Pablo Guelatao.

Benito Juárez le cedió a los gringos el Istmo de Tehuantepec en el Tratado McLane-Ocampo, cuyo artículo primero dice a la letra:

Articulo 1º.-

“Como amplificación del artículo 8 del tratado de 30 de diciembre de 1853, la República Mexicana cede a los Estados Unidos en perpetuidad, y a sus ciudadanos y propiedades, el derecho de vía por el Istmo de Tehuantepec, desde un océano hasta otro por cualquiera clase de camino que exista hoy o existirá en lo adelante, gozando de ello ambas Repúblicas y sus ciudadanos.”

La historia de México ha sido escrita por los gringos de manera que Juárez sea presentado como un héroe nacional a pesar de sus traiciones, mientras Santa Anna NO FIRMÓ el tratado de Guadalupe Hidalgo NI VENDIÓ UN SOLO METRO DE TERRITORIO MEXICANO. (1)

Es por esa razón que en México y en Estados Unidos se celebra la batalla del 5 de mayo de 1862, PERO NADIE CELEBRA NI HONRA EN MÉXICO A LOS SOLDADOS MEXICANOS QUE VENCIERON EN EL ÁLAMO, TEJAS después de una batalla durísima de dos semanas en marzo de 1836.

La siguiente ocasión que los Estados Unidos intentó apoderarse por la fuerza de esa región, fue en 1905, cuando la artillería costera instalada en Salina Cruz por el general Manuel Mondragón, disuadió a la marina gringa de acercarse a nuestras costas, después de recibir dos cañonazos que disuadieron a los marinos gringos de acercarse más, a riesgo de ser hundidos uno por uno.

Pasaron 30 años desde ese intento, hasta que los gringos lograron infiltrarse con el llamado Instituto Lingüístico de Verano, para que sus profesores misioneros convirtieran a los nativos de Tehuantepec y todo el sureste de México al protestantismo gringo, asegurándose así la fragmentación balcánica de esa región de nuestra patria, para beneficio del Destino Manifiesto de los supremacistas que hoy abandera Donald Trump.

Townsend era un misionero protestante predicador light del Destino Manifiesto, que mediante tácticas de Caballo de Troya tradujo la versión gringa de la biblia a las lenguas originarias de los pueblos oriundos del Istmo de Tehuantepec.

El famoso Instituto Lingüístico de Verano, sigue funcionando activamente en el mismísimo Istmo de Tehuantepec y sureste mexicano.

La presencia evangélica introducida por Townsend en esa zona de nuestra patria, dio como resultado la indoctrinación “cristiana made in U.S.A.) que alcanzó a López Obrador convirtiéndolo en uno de sus feligreses.

Andrés López Obrador no es “neo-liberal”, pero ni falta que hace.

Es masón, evangélico, liberal pro gringo estilo Juárez, y discípulo del Instituto Lingüístico de Verano que a pesar de sus esfuerzos pedagógicos no logró que el Peje Lagarto se convirtiera en “Fish Alligator” bilingüe.

Su grito vitoreando a “la fraternidad universal” suena muy bonito para quien desconoce el significado histórico/esotérico de la consigna; pero es una consigna masónica que evidencia al tabasqueño como discípulo y fiel seguidor de los designios de dominación de Estados Unidos sobre México.

Este 15 de septiembre, si López Obrador no fuera esquirol evangélico del Instituto Lingüístico de Verano, habría debido gritar lo mismo que gritó Miguel Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810:

¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE!

La imagen de nuestra Madre de Guadalupe fue y sigue siendo la primera bandera del México independiente.

Nadie debe olvidar que el pueblo mexicano supo levantarse en armas para defender nuestra religión ante la persecución desatada por Plutarco Elías Calles y el traidor Álvaro Obregón en 1926.

Los mexicanos debemos defender por todos los medios a nuestro alcance el artículo 83 de la Constitución Política de México.

Artículo 83.- “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años. El ciudadano que haya desempeñado el cargo de presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto.”

No podemos permitir que ni la MORENA/ PRIeta reforme el artículo 83 o que le apliquen al Peje Lagarto una extensión como la del ensayo futurista hecho en Baja California con Jaime Bonilla con miras al 2024.

Tan malo es un PRIANsidente neoliberal al servicio de Wall Street, como puede ser un Pejesidente LIBERAL/MASÓN JUARISTA/EVANGÉLICO sometido a los designios gringos que por lo pronto lograron que la famosa Guardia Nacional sea la policía migratoria de Donald Trump en la frontera con Guatemala.

Por todo esto, y como católico mexicano en este mes de la patria, grito desde estas líneas lo mismo que gritó el cura Miguel Hidalgo, libertador de México aquella madrugada del 15 al 16 de septiembre de 1810:

¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE!

[email protected]

@JulioMessner

   _______________________

  1. El General Antonio López de Santa Anna, NO FIRMÓ el Tratado de Guadalupe Hidalgo, y el tratado NO es un contrato de compraventa. Basta leer los artículos II, III y IV de ese documento para constatar que fue un robo pobremente disfrazado.
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