¿Lo que diga su dedito?

¿Se imagina alguien a Benito Juárez, que se distinguía por su solemne seriedad, haciendo depender una respuesta de lo que dijera su dedito? Cuando le...

17 de abril, 2019

¿Se imagina alguien a Benito Juárez, que se distinguía por su solemne seriedad, haciendo depender una respuesta de lo que dijera su dedito?

Cuando le preguntaron al Benemérito si confirmaba o nó la sentencia de muerte dictada a Maximiliano, no se aventó el chascarrillo de decirle a  Mariano Escobedo que “lo que dijera su dedito”.

Por muy sencillo y modesto que haya sido Francisco Madero, tampoco puedo visualizarlo espetando semejante respuesta “digital”.

El General Cárdenas,  no hubiera podido terminar con el Maximato de Calles, ni realizado la expropiación petrolera atenido a lo que dijera su dedito.

Una cosa es el estilo personal de “Juan Dominguez”, y las diferencias de carácter propias de todo ser humano, sea presidente o nó,  y otra cosa es…

…otra cosa es no me…salgas con esa clase de arrogancia disfrazada de “que simpático eres o  porque así son en el trópico”.

“Lo que diga mi dedito” es un típico desplante de bullying que utilizaban algunos profesores inolvidablemente antipáticos cuando querían hacer sufrir incertidumbres a los alumnos en la secundaria.

Hay dos anécdotas de Don Porfirio Díaz, que sirven para ilustrar la clase de respeto y seriedad total que debe regir la conducta de los presidentes de México.

1.- Cuando el periodista gringo James Creelman iba siguiendo a Don Porfirio para entrar a Palacio Nacional.

Ambos ingresaron por la puerta que conduce al Patio de Honor.

Cuando el reportero quiso cruzar el Patio junto con el Señor Presidente, Don Porfirio le marcó el alto y le dijo:

  • No señor.  Ese Patio nada más lo puede cruzar el presidente de México.

2.-  El 25 de mayo de 1911, le fueron presentados varios acuerdos y decretos a Don Porfirio, para que los firmara.

El primer documento que fue puesto ante él, fue el de su renuncia.

Con solemne serenidad y patriotismo le dijo a su secretario:

  • Páseme los acuerdos primero, porque no puedo firmarlos después de haber renunciado.

¿Qué importancia podría tener el orden en que hubiera firmado esos papeles?

Importaba entonces, como importa ahora, tener la consciencia histórica de saberse conducir con la dignidad a la que obliga la carga moral y política de una investidura que a los mexicanos nos ha costado muchísima sangre y sufrimientos.

Mi padre se esmeró por enseñarnos que ser mexicanos, era y sigue siendo un altísimo honor.

Mis hermanas y yo tuvimos el privilegio de aprender historia viva,  a través de las crónicas de nuestro padre, de nuestra madre,  de nuestros abuelos y nuestros tíos.

No puedo olvidar que mi padre, a pesar de su inconmovible reciedumbre,  no podía contener las lágrimas con tan sólo escuchar los clarines dando el toque de ordenanza, o el toque de  Diana.

Cuando mi padre padeció su primer infarto al miocardio, y escuchaba el himno nacional por cualquier motivo,  estando en su recámara, se ponía de pie hasta que terminaba su ejecución, y no lo hacía para que alguien lo viera, sino porque era un guardián celoso de lo que significa pertenecer a nuestra  patria.

Era un patriota y un católico de verdad, en su vida pública y en su intimidad.

El desplante vulgar de “LO QUE DIGA MI DEDITO”,  con el que López Obrador  “evade las confrontaciones”  cuando no tiene respuestas digeribles que ofrecer,  ofende la investidura presidencial y ofende la solemne seriedad de los tres próceres que ha escogido como sus inspiraciones en camino a su autoproclamada y prometida  Cuarta Transformación.

El dedito que se ha hecho famoso en  sus conferencias de prensa, solamente puede caber…

… en sus pláticas privadas.

El dichoso DEDITO nos ha salido bastante caro, por cierto; ¿O YA SE NOS OLVIDARON LOS DEDAZOS?

Esa clase de señas ofensivas, me hace el mismo efecto que ver a los últimos PRIANsidentes de México disfrazados de general franelero como Calderón, o Peña Nieto  arremedando el saludo militar con la misma marcialidad de Cantinflas en la película “A sus órdenes jefe”.

Las ya célebres “pejeconsultas”  son un ejemplo claro de “lo que dice su dedito” presidencial.

Por  un dedito  desapareció el NAIM, que pudo haber desaparecido con todas las de la ley, sin necesidad de ese teatro estilo Nerón.

Por obra y gracia de su dedito, convirtió Los Pinos en museo, pasando por  alto que el próximo presidente de México tiene derecho a residir precisamente en Los Pinos.

López Obrador podría haber seguido viviendo en “La Toscana” o en Palacio Nacional (invocando al espíritu de Juarez, como lo hacía Madero).

PERO no tenía derecho de imponer sus decisiones transexenalmente, a menos, claro, que piense perpetuarse como lo hizo Juárez hasta que lo ayudaron a bien morir…

O como Álvaro Obregón  que pagó con su vida esa misma ambición.

Por otro dedito le estan haciendo a los ejidatarios de Santa Lucía, lo mismo que Fox quiso hacerles a los de Atenco: Convertirles los pesos en centavitos para hacer un negociazo tan infame como la Texcaca de Peña Nieto.

La mafia del poder anda muerta de la risa,  y el presidencial dedito no ha dicho nada de la pejeconsulta prometida para hacer que los PRIANsidentes respondan ante la demanda que duerme su eterna siesta en el inaplicado artículo 87 constitucional.(1)

Que no olvide el señor Obrador que la única violación constitucional que desde 1910 no hemos permitido, y nunca permitiremos,  es el principio revolucionario de NO REELECCIÓN.

Esa se paga como la pagó Obregón,  sin importar lo que diga su dedito.

El único dedo que tiene un sitio en nuestra historia y en nuestra vida pública, es el que canta la primera estrofa de nuestro Sagrado Himno Nacional:

“Ciña Oh patria tus sienes de oliva

De la paz el arcángel divino

Que en el cielo tu eterno destino

POR EL DEDO DE DIOS SE ESCRIBIÓ.”

    _______________________________________

  1. Artículo 87.- “El Presidente, al tomar posesión de su cargo, prestará ante el Congreso de la Unión o ante la Comisión Permanente, en los recesos de aquél, la siguiente protesta: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión, y si así no lo hiciere QUE LA NACIÓN ME LO DEMANDE”.

La aplicación de este artículo, no debe depender de “lo que diga su dedito”.

 

La Lengua de Señas Mexicana o LSM, es el medio de comunicación en comunidad Sorda en las regiones urbanas y rurales de México. Es el idioma más utilizado, de 87.000 a 100.000 señantes (1986 TC Smith-Stark), por lo que es más grande que muchas familias enteras de lenguas indígenas en el país. Es según la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Texto vigente publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de mayo de 2011): “La lengua de una comunidad de sordos, que consiste en una serie de signos gestuales articulados con las manos y acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y movimiento corporal, dotados de función lingüística, forma parte del patrimonio lingüístico de dicha comunidad y es tan rica y compleja en gramática y vocabulario como cualquier lengua ora.

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