La lamentable politización del feminicidio

Es lamentable que un problema tan grave como el feminicidio se haya politizado. Cualquier tema es pretexto para que seguidores y opositores del presidente peleen...

25 de febrero, 2020

Es lamentable que un problema tan grave como el feminicidio se haya politizado. Cualquier tema es pretexto para que seguidores y opositores del presidente peleen. Cada facción –en eso se han convertido– acusa a la otra de los mismos defectos que cada una tiene, y da la impresión de que lo que menos importa es la terrible violencia bajo la cual viven millones de mujeres en este país.

En el momento en que los actores políticos hacen suyo (se “suman”) el llamado #ParoNacionalDeMujeres propuesto para el día 9 de marzo como protesta ante la ola de feminicidios que se registra a lo largo y ancho de México; o bien, se oponen; en ese momento el movimiento puede desvirtuarse. Y es que los políticos –casi todos los políticos– no entienden que no se trata de ellos, que no se trata de aprovechar esta tragedia nacional para golpear al adversario. Bajo una pretendida indignación y hartazgo por los horribles casos de feminicidio que ha conocido la opinión pública en los últimos días, lo que en realidad interesa a los políticos es golpearse y desprestigiarse.

Yo estoy de acuerdo y apoyo que las mujeres se organicen, protesten y lleven a cabo movilizaciones, que pinten monumentos, que cierren calles, que dañen estaciones del metrobús o de oficinas públicas y que echen brillantina o funcionarios indolentes. Y no es para menos: la estadística señala que en este país se cometen 10 feminicidios diarios. Si en México estuviesen muriendo diariamente diez personas por el coronavirus, estaríamos aterrados y encerrados en nuestras casas, como en la epidemia de influenza en 2009. Sé que son órdenes de cosas distintas, pero estadísticamente ni la influenza H1N1 ni el coronavirus de hoy soy tan mortíferos como el feminicidio. Insisto, son dos órdenes de cosas que no deben mezclarse ni compararse, y si lo hago es porque de algún modo se hace explícita la realidad que quiero enfatizar: que están siendo asesinadas 10 mujeres cada día: eso es una tragedia de magnitudes dantescas. Que el gobierno culpe al neoliberalismo es tan torpe y arrogante como que los opositores culpen al gobierno de esta ola feminicida. Ambas facciones –insisto en el carácter faccionario– están equivocadas. ¿Quién tiene la culpa del inefable asesinato de la niña Fátima o de la joven Ingrid? ¿El neoliberalismo? ¡No, por favor! ¿El presidente López Obrador o el actual gobierno? Tendría que ser uno muy cándido para establecer un nexo causal entre la conducta de AMLO y la muerte de Fátima o Ingrid.

¿Quiénes convocaron al #ParoNacionalDeMujeres del día 9 de marzo? Fue un colectivo feminista de Veracruz denominado Brujas del Mar. A partir de ese llamado, muchos políticos se han sumado. Como ciudadanos, todos tienen el derecho de simpatizar con cualesquiera movimientos; como políticos también, pero con cierta mesura y siempre y cuando la adhesión sea honesta y genuina, no oportunista. Me explico. Si yo estuviera organizando el paro nacional del 9 de marzo y fuera una tenaz feminista con una agenda típicamente feminista y progresista, no estaría tan contenta de saber que Margarita Zavala y Felipe Calderón se están apropiando de la primera línea del movimiento. De algún modo yo sentiría que mi causa está siendo utilizada por fuerzas con las que ni siquiera simpatizo, intereses que representan todo lo contrario de lo que yo creo. Del mismo modo, si yo estuviera convocando al paro, no estaría tan de acuerdo en que el gobierno federal se manifestara en contra. ¿Por qué? Porque entonces se vuelve un asunto político, un motivo más de encono entre gobierno y oposición, una arena más para que ambas facciones protagonicen una escaramuza aprovechándose de la tragedia. 

Si usted es opositor de López Obrador pero sus opiniones sobre el paro del 9 de marzo tienen que ver más con una crítica hacia el presidente que con las mujeres, usted ha caído en la trampa y está usted desvirtuando el movimiento: a usted le interesa más desprestigiar al presidente que la seguridad de las mujeres. Si usted es seguidor de López Obrador pero sus opiniones sobre el paro del 9 de marzo tienen que ver más con denunciar un supuesto ataque de la derecha al gobierno, que con las mujeres, entonces a usted no le interesa per se la seguridad de las mujeres, sino la exaltación y defensa del régimen. 

Dice la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, que López Obrador es el presidente más feminista de la historia contemporánea, los cual equivale a decir que es el más feminista de todos los tiempos, pues en el pasado nunca hubo un presidente feminista en México, ni siquiera los presidentes liberales del siglo XIX, que eran igual de misóginos que los conservadores. Sin embargo, tradicionalmente la izquierda progresista se ha sumado y ha hecho suyas las causas feministas. Ya lo he escrito antes: en el ámbito político-económico se puede ser izquierdista, progresista y liberal, al mismo tiempo que en el ámbito moral se puede ser ultra conservador. El ejemplo que puse en algún otro artículo fue el de Cristo: para unas cosas era súper progresista, como la máxima de “primero los pobres”, pero en cuestiones morales podía ser el derechista más ultra, como aquello de que es preferible amputarse una mano o sacarse un ojo si mano y ojo son ocasión para el pecado de lujuria. El presidente podrá ser izquierda progresista en lo político-económico, pero en el ámbito moral creo que es conservador. 

Y he aquí una paradoja que a todo mundo debería tener perplejo: por un lado, un presidente que se dice progresista no se suma a una protesta feminista; y, por otro lado, los sectores de derecha, que históricamente han rechazado y combatido al feminismo, hacen suyo el paro feminista del 9 de marzo con la intención principal de oponerse al gobierno… Es el mundo al revés. Hasta la iglesia católica, una de las organizaciones que más abomina del feminismo y más lo sataniza, ahora está muy presta para apoyar la protesta. Lo natural sería que un gobierno que se dice de izquierda progresista apoyara estos movimientos y que los grupos de derecha tuvieran recelo de ellos. Lo cual prueba que ni a la izquierda ni a la derecha les interesa como preocupación principal la seguridad de las mujeres.

Cuando el presidente argumenta que detrás del 9 de marzo está la derecha, no le falta cierta razón, pues nadie es tan ingenuo como para no creer que algunos grupos opositores al presidente utilicen esta protesta para zarandear al gobierno. Ahora bien, el presidente no ha dicho que de origen ésta sea una protesta de la derecha. Ha reconocido que muchas mujeres de manera espontánea han convocado al paro, pero que esto ha sido aprovechado por quienes él llama “conservadores” para usarlo como medio de desprestigio. El problema es que sus declaraciones son sacadas de contexto y muchos periodistas y medios las presentan como si el presidente sostuviera que la derecha conservadora es la única autora y promotora de este movimiento. Y como mucha gente no profundiza en lo que escucha, crecen los rumores y se gesta el caldo de cultivo para una guerra civil cibernética entre AMLovers y AMLOHaters. ¿Y las mujeres? Es lo que menos importa a todos los que se involucran en esa guerra de dimes y diretes, por demás insulsa e ineficaz. Pero también, por el lado del presidente, tomar el movimiento del 9 de marzo como un ataque a su gobierno por parte de las fuerzas reaccionarias y culpar al neoliberalismo de todos los males, pasados, presentes y futuros, es un signo de soberbia y falta de empatía. Ni algunos de sus más liberales seguidores están de acuerdo con él en este punto, pues la realidad es esta: según estadísticas oficiales, cada día 10 mujeres son asesinadas, y en 2019, bajo el gobierno de AMLO, las cifras fueron peores que en 2018 bajo el gobierno de Peña. Esta situación es inadmisible, y así gobernara este país Jesucristo y los doce apóstoles, habría razones para protestar y para que las mujeres estuvieran muy molestas. La fracción de MORENA en la Cámara de Diputados se pronunció a favor del paro, y si bien con cierta ambigüedad, también puede decirse que Claudia Sheinbaum y su gobierno apoyan, o al menos no se oponen abiertamente. Es larga la lista de morenistas y simpatizantes de MORENA que están apoyando abiertamente el paro del 9 de marzo: Ricardo Monreal, Olga Sánchez Cordero, Tatiana Clouthier, Sabina Berman, Mario Delgado, Mónica Fernández, Graciela Márquez, Alejandra Frausto, etcétera. Con esto quiero decir que no todo es unidad y disciplina en MORENA, ni siquiera en el gabinete. Hasta SEDENA y SEMAR se han adherido al 9 de marzo y otorgarán día franco a todas las mujeres que ahí laboran.

Si de verdad AMLO y su gobierno están con las mujeres, es momento de manifestarlo. Lo cierto es que la actitud del presidente deja dudando a muchos, incluso hace dudar a algunos de sus más fieles colaboradores. Que el presidente esté del lado de las causas históricamente feministas (es decir, la agenda genuinamente feminista de izquierda: derechos reproductivos, aborto, derecho al placer y ejercicio de la sexualidad, educación sexual, respeto a las preferencias y orientaciones sexuales, paridad de género, erradicación de la violencia en contra de las mujeres, lucha contra el machismo y la misoginia, combate al sistema falo-céntrico patriarcal, y un largo etcétera) es algo que no me atrevería a sostener sin temor a equivocarme. Que el presidente esté del lado de las mujeres en este asunto tan delicado y grave del feminicidio es algo que sí me atrevo a sostener. ¿Quién no podría estar del lado de las víctimas? Lamentablemente el presidente no ha sido lo suficientemente claro como para que a nadie le quepa duda. El presidente tiende a confundir la propuesta genuina de millones de mujeres con ataques orquestados de sus enemigos, y eso le hace perder el centro de la cuestión: ya no se trata de las mujeres, sino de él. Es obligación impostergable del Estado mexicano emplear todos los medios lícitos a su alcance para erradicar el feminicidio y garantizar la seguridad de las mujeres (y de toda la población). 

La mitad de quienes votaron por AMLO el 1 de julio de 2018 fueron mujeres. De no corregirse o de no verse una disminución en los índices de feminicidio y violencia contra la mujer, podría perder un importante porcentaje de ese apoyo. Es ello, no los inocuos pataleos de la oposición, lo que podría poner en riesgo que MORENA siga controlando el Congreso de la Unión tras las elecciones de 2021.

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