La docena trágica del siglo XXI

A 106 años ya de la "decena trágica" valdría la pena reflexionar las muchas similitudes entre ese oscuro episodio de nuestra Historia y los no...

26 de febrero, 2020

A 106 años ya de la “decena trágica” valdría la pena reflexionar las muchas similitudes entre ese oscuro episodio de nuestra Historia y los no menos opacos 12 años de gobiernos panistas (2000 – 2012). Las coincidencias entre los hechos y los personajes de ambas épocas no son pocas ni menores: 

– Francisco I. Madero y Vicente Fox, ambos enormemente supersticiosos: Madero practicaba el espiritismo y decía recibir consejos de las ánimas, algunas de ellas ilustres, como la del mismísimo Benito Juárez; Fox un “mocho” católico hipócrita del bajío, que se atrevió incluso a romper con el protocolo y la liturgia de la toma de posesión presidencial, subiendo a la tribuna de San Lázaro ni más ni menos que con un crucifijo, ante la incredulidad de propios y extraños, frente a su ramplona superchería y burla al Estado laico.

– Ambos de origen burgués y empresarios agrícolas (exitoso Madero, fracasado Fox).

– Los dos tuvieron una enorme popularidad, pero breve y completamente desperdiciada. Estaban obsesionados por el voto y creían que éste por sí solo era la solución de todos los problemas. A ninguno le hubiera gustado que sus campañas por la Presidencia terminaran: en el fondo, tenían pavor de gobernar. Veían a las elecciones como un fin y no como un medio. No es casualidad la declaración de Vicente Fox de “sentir ñañaras” ya como presidente.

– Al asumir el cargo, los dos se “montaron” en las viejas estructuras, porfirista y priista respectivamente, dejando escapar tiempo y oportunidades para maniobrar verdaderos cambios transicionales de fondo.

– Los dos también fueron acusados (y no sin razón) de nepotismo: Madero nombró a su tío como secretario de Hacienda y a su primo en gobernación; la esposa de Fox, por su parte, convirtió la residencia oficial de Los Pinos en vulgares oficinas de “coyotaje”, enriqueciéndose ilegalmente ella y sus hijos con cualquier cantidad y tipo de negocios al amparo del poder público.

– Tanto uno como otro desconfiaron de sus hombres más leales y confiaron en los que los traicionaron: Madero encarceló a Villa e hizo a un lado a otros valiosos aliados y dio toda su confianza a su verdugo Victoriano Huerta; Fox hizo lo mismo: “exilió” al mismísimo Porfirio Muñoz Ledo, de lejos su mejor aliado, y confió en legisladores priistas que no hicieron más que engañarlo una y otra vez, como quien le quita un dulce a un niño, a cambio de obscenas canonjías y privilegios, como el inmenso aumento de poder para los gobernadores, de los que aún hoy padecemos las consecuencias.

– También los dos ya en el poder convirtieron la libertad de prensa en libertinaje, causando que la figura presidencial se degradara y hasta fuera humillada.

   Otros asombrosos parecidos durante los dos periodos y eventos históricos también los hay:

– El alcoholismo de Victoriano Huerta y el de Felipe Calderón, el primero militar y el segundo con delirios de serlo, tanto que llegó en las primeras semanas de su gestión al patético límite de disfrazarse como tal.

– Los dos ensuciaron y mancillaron, con sus trastornadas acciones, a una institución heroica y respetada como el Ejército mexicano.

– Ambos traicionaron los logros democráticos que costaron años de esfuerzo y vidas y causaron que el país cayera en guerras fratricidas e inútiles (la extensión de la Revolución Mexicana y la llamada “guerra contra el narco”).

   Y aún hay más:

– El gran parecido en los procesos que llevaron al poder a los usurpadores (Huerta y Calderón), uno con un congreso cómplice y el otro con un tribunal electoral que no actuó a la altura de las circunstancias, validando éstos la ignominia y revistiendo de legalidad las ilegitimas injusticias y traiciones; Pedro Lascuráin por un lado, Luis Carlos Ugalde, por el otro, ejemplos icónicos.

– De Madero se decía: “No sabe poner al rojo el acero, no tiene un átomo de energía, su figura es apocada, parece todo menos un presidente”, exactamente lo mismo se puede decir hoy, sin ninguna duda, de los dos expresidentes panistas, porque la firmeza de Felipe Calderón, hoy es público, solo resultó ser una simulación.

   Y lo que siguió después de Huerta y el panismo no es tan diferente: en los dos casos se evolucionó a sistemas más democráticos y con cierta alternancia, pero corporativista uno y partidocrático el otro, pero a final de cuentas presidencialistas, sistema que sin ninguna duda se encuentra en nuestro ADN político, y hoy parece dar algunos pasos hacia una democracia plena.

 

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