Gracias COVID-19 (Parte II)

“Estamos frente a una situación grave a nivel mundial que no nos había tocado vivir en muchas generaciones pero estamos recobrando el sentido de la...

31 de marzo, 2020

“Estamos frente a una situación grave a nivel mundial que no nos había tocado vivir en muchas generaciones pero estamos recobrando el sentido de la vida, ese que hemos perdido minuto a minuto entre la falsedad de la inmediatez y el estrés”.

Así fue como cerré la colaboración anterior y hoy estamos cumpliendo apenas dos semanas de confinamiento a partir de que la SEP suspendió actividades escolares, pero la situación del COVID-19 aún no termina; es más, pareciera que recién empieza y es que justo en la noche de ayer se anunció la emergencia sanitaria en México, lo  cual implica prolongar la suspensión de actividades no necesarias hasta el 30 de abril (sí, los adultos como quiera pero ¿Y las criaturitas qué culpa tienen?). La información completa la pueden consultar aquí pero de lo que se trata este espacio es de revisar eso que sucede en torno a la situación que vivimos y de todo lo que está surgiendo como respuesta al cambio de paradigma impuesto y es que resulta increíble  descubrir que realmente habíamos olvidado cómo vivir.

Se nos había olvidado, por ejemplo, que existe algo como los juegos de mesa con los cuales generaciones enteras pasaron tardes inolvidables y desarrollaron  su agilidad mental, también parece que olvidamos que hace muchos años las madres y padres cuidaban de sus hijos sin necesidad de una guardería o que los niños jugaban a hacer circos, autopistas de  carreras o simplemente que de la ociosidad, surgían las ideas más creativas para divertirse. Es increíble que estemos tan acostumbrados a que nos digan qué hacer o a revisar tutoriales hasta para hilvanar una aguja. Es sorprendente que no sepamos cómo lidiar con los niños o los ancianos o ambos porque no les dedicamos tiempo, porque el estilo de vida actual nos obliga a correr por todos lados para estar a tiempo aquí o allá aunque nos perdamos de los pequeños instantes que conforman la felicidad. 

En 1957, Octavio Paz escribió en su poema Piedra del Sol: “¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?, ¿cuándo somos de veras lo que somos?, bien mirado no somos, nunca somos a solas sino vértigo y vacío, muecas en el espejo, horror y vómito, nunca la vida es nuestra, es de los otros, la vida no es de nadie, ¿todos somos la vida?” y es que en realidad, la vida no nos pertenece y a solas no somos más el maestro o la fotógrafa o el periodista o la conductora del programa televisivo o el cantante o la escritora,  somos un cúmulo de temores, de dudas y de incertidumbre que se ahoga en sí mismo y se rinde ante los estragos de una pandemia que nadie esperaba y que nadie pidió pero que quizá no es otra cosa que la factura por pagar de un exceso en el consumo, la sobrepoblación y la explotación de los recursos naturales y un exceso también de lo que bebemos, de lo que comemos y de lo que elegimos cada día como modo de vida porque en efecto, la vida no nos pertenece, dicen los que saben que es prestada y que cuando toca devolverla rendimos cuentas de nuestros actos, pero yo creo que esa declaración la hacemos todos, tarde o temprano aquí en la tierra.

La vida, esa que los rufianes de hoy arrebatan a diestra y siniestra principalmente a las mujeres o aquélla que pierden los que juegan a ser matones a sueldo, esa vida no es  más que un breve aliento entre el día en que nacemos y en el que morimos y hoy nos está recordando que no tenemos control de nada, que solo si somos lo suficientemente resilientes sobreviviremos y que miles han muerto a causa de un virus pero muchos más mueren cada día por otros factores de los que no está permitido hablar porque no es lo políticamente correcto.

Hay lugares desolados sin gente caminando por las calles, hay hogares felices y otros que han aumentado el infierno que ya eran, hay teclados de computadora que dejaron de escucharse, voces de niños que han sido recluidas en las casas, hay sonrisas que no se expresan más entre los amigos, hay besos que los enamorados no pueden darse y pese a todo, existe esperanza, existe todavía el anhelo de vivir porque tal vez y solo tal vez, estamos descubriendo que la vida no es de veras nuestra y que nos puede ser arrebatada cuando menos lo esperamos.

¡Se los dejo de tarea!

 

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