El multiplicador en economía

Llegó el informe de reactivación económica sin reactivación de la economía. Los estímulos fiscales no llegarán, como tampoco llegará el entendimiento del gobierno en turno...

6 de abril, 2020

Llegó el informe de reactivación económica sin reactivación de la economía. Los estímulos fiscales no llegarán, como tampoco llegará el entendimiento del gobierno en turno sobre el funcionamiento de la economía. Tal vez el único país del planeta sin programa de salida de una crisis que el presidente llamó pasajera, transitoria, sabiendo que todas lo son. Los estímulos fiscales son para PEMEX, la empresa que ya no reúne la expectativa del mundo petrolero, no al menos en la refinación, proyecto indomable de origen.

El presidente dividió dos mundos como es su costumbre de gobierno, separando siempre su punto de vista y el del mundo real, el suyo y el de todos los demás. Habló de él y de sus proyectos y de su marcha en una sola dirección: la que contraviene la lógica. Analistas esperaban cancelaciones en esa ilusión que brinda el panorama de crisis, la de una economía que algunas semanas atrás representaba estanco y ahora desolación por la incertidumbre en la caída del producto, que oscila entre el 5 y el 8% en este año. 

Los informes son del exterior y del interior también, análisis serios de instituciones de prestigio, calificadoras que no representan la Biblia como aseveró el presidente para resaltar su apreciación de siempre, errada por supuesto y destacar paliativos de dádiva como sustento real de bienestar, desarrollo lo llama él para diferenciar la cifra del fracaso de gestión en materia de crecimiento económico. La incompatibilidad entre crecimiento y desarrollo sin unión complementaria anula la postura del presidente en la aseveración  de programas asistenciales que pretenden defensa de los mercados internos por el reparto de recursos en los estratos más bajos de la población. Esa ha sido su expresión. Desde luego eso no sucede.

Las cosas en economía no se dan sin preceptos de orden y disciplina de gestión. Los programas del presidente carecen de fundamento y de programa. El dispendio por el dispendio mismo se convierte en un multiplicador del derroche. Los eufemismos no bastan para justificar el desperdicio: Jóvenes Construyendo el Futuro no ha arrojado cifras alentadoras en la consecución de empleo. La razón es muy simple. La capacitación auspiciada por el gobierno se convierte en un elemento ajeno al costo integral de una empresa. La marginación del costo no es un agregado al valor en la mano de obra y por tanto no es factor de gran incentivo en su promoción. La empresa puede diferir la capacitación de un becario sin interrumpir sus verdaderos planes de recursos humanos. 

La decisión empresarial está inmersa en su esfera de riesgo; es su entorno, su medio de subsistencia y competencia. La más mínima intervención gubernamental disloca la más elemental primicia de actuación: libertad. La mira de capacitación desde el gobierno es una imposición en la vida empresarial. Las funciones de uno y otro, gobierno y empresa, pueden perseguir metas comunes pero las actividades de uno y otro no permiten convivencia por principio.

El presidente se equivoca en su concepción de empleo, el gobierno no está diseñado para proveer empleos o crearlos. Los empleos los crea y mantiene la empresa privada. La función del gobierno es coadyuvar en la infraestructura necesaria, mantener un ritmo adecuado de inversión pública y crear el orden jurídico para la inversión. Los números del presidente son falsos, la inscripción de formalidad la sustenta el Seguro Social por un lado y por otro, los proyectos fallidos de origen que insiste en amparar el presidente, serían los menos confiables en aportación de planta productiva, porque carecen de fundamento financiero, carecen de etapas de terminación y carecen de fechas de puestas en marcha. 

El presidente se equivoca en su pronóstico de creación de dos millones de empleos en nueve meses. Ignorar el efecto de una crisis en la que miles de empresas cierran no solamente sus actividades, cancelan su existencia, el desempleo es el primer resultante. Nivelar esa pérdida tendría que ser compartida con alivio impositivo y flexibilidad de recaudación. Nuevamente el efecto multiplicador agrava la situación, esta vez el del empleo. 

El presidente se equivoca cuando incluye en su mensaje al sector empresarial y lo incluye en su agenda, cuando la muestra de empresariado excluiría  más del 90% de empresas no consultadas o sus respectivos gremios. Es problemático definir una circunstancia de apremio por una de confrontación que no conduce a nada, pero destacar respaldo del sector empresarial en un mensaje a la nación es una aseveración irresponsable y carente de ética de gobierno. Anuncia, como gran prerrogativa, un programa de crédito a pequeños negocios ignorando las circunstancias: está interrumpida la cadena de abasto y no existe mercado. Una lectura fuera de contexto, otro equívoco. 

El presidente se equivoca en su decisión de impulsar metas retrógradas de autosuficiencia, modelos antagónicos al mundo global que nutre sus debilidades de la cadena productiva en otras naciones, lo que permite dedicar esfuerzos en especialización y en ventajas comparativas. Refinar no es la respuesta y construir Dos Bocas puede resultar en un costo superior a la cancelación de Texcoco. Ambos errores generacionales sin duda.

El presidente se equivoca en su concepción de austeridad. Le llama republicana cuando la austeridad no precisa de adjetivación. No hay tal, la simple captación en una sola partida no representa ningún ahorro. Quedó demostrado en 16 meses de gestión. Los recortes sin miramiento a programas de cobertura asistencial de verdadera condición humana, lastimó considerablemente a la mujer, a la niñez y a la salud pública. 

El presidente se equivoca en la calificación de la deuda del país. Provocó un endeudamiento que no existía en la cancelación de Texcoco, una asunción de deuda innecesaria y absurda. También, la pérdida de calificación encarece el costo del capital, eso aumenta la deuda, aunque no le agraden las calificadoras. Las calificadoras eso hacen y no es novedad el fracaso económico de su gestión.

El presidente se equivoca finalmente en los plazos de recuperación de nuestra economía. El mundo los desconoce y por ello los protege. El presidente cifra en esta crisis transitoria para citarlo en contexto, un optimismo irracional. Presente siempre la improvisación y la ausencia de proyecto. El efecto multiplicador en marcha.

 

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