El desprendimiento económico

La economía mexicana ya no se encuentra en pausa, la economía del país ya no se encuentra en revisión de metas o de proyectos, ya...

13 de abril, 2020

La economía mexicana ya no se encuentra en pausa, la economía del país ya no se encuentra en revisión de metas o de proyectos, ya no se encuentra en fases de entendimiento, en procesos de convocatoria, en repaso de números que pudieran coadyuvar al entendimiento y la razón. Los tiempos de la decisión económica están sobrepasados, rebasados desde hace algún tiempo. No se alteraba el curso de las decisiones mal tomadas por esta transición en turno por la simple expectativa de negociación y de convencimiento. El presidente convirtió estas fases en confrontación y en un muro frontal. Todas las razones, toda la sensatez del momento resultó en un desperdicio de tiempo, el tiempo de México. 

Vino una pandemia a descubrir un ensayo de retórica gubernamental en torno a una oportunidad para brillar en la mitad de una afrenta de sobrevivencia, una demarcación de una idea que no proyectó, para cimentar bases de operatividad oculta en la máscara redituable de la dádiva, del obsequio de pertenencia a lo no inclusión del manto sutil de protección de un gobierno pretencioso en la historia, redentor del pasado y destructor de las fórmulas del progreso, todo conjugado en un solo hombre, arropando toda circunscripción en la simple arrogancia del desplante. 

La retórica ya aludida desveló propósitos y no miras, desveló alcances de revancha y rechazo de universalidad, desveló también cortedad y pobreza de intelecto y gallardía. Se anunciaron por enésima vez las metas sin destino, sin sustento, sin lógica, alojamiento de ruindad colectiva para instalar la pleitesía deseada en ese afán que brinda la oportunidad para realzar una perpetuidad soñada y demoler el consenso de la razón.

Vino una pandemia para unir defensa con futuro, para advertir sobre riesgos, para advertir sobre extinción, para advertir sobre unidad y para advertir soledad. El presidente no recogió ninguno de los preceptos mencionados. Hizo caso omiso de prevención, caso omiso de tratamiento y caso omiso de protección. La sociedad tomó las riendas de su propio entorno y peligro. Demostró entereza y dureza en la acción. El gobierno resultó en el aislamiento recomendado por las naciones con experiencia de contagio. El gobierno resultó en aislamiento de la sociedad y continúa en ese aislamiento. Se convirtió en un ente ajeno a sus gobernados.

Vino la economía, la de las naciones y la nuestra a enseñar recato gubernamental, a enseñar que el camino se cimienta con gobierno, con respuesta, con congruencia en el uso del recurso y con respaldo de futuro. El presidente tampoco recogió la enseñanza y ejemplo del mundo del progreso y renunció a la economía del país, renunció a la protección del salario, del empleo y de la cadena productiva. 

Vino la empresa a demostrar que las imposiciones son para épocas diferentes, para épocas de normalidad en la consecución de metas de congruencia y de responsabilidad compartida. La interrupción del abasto, del proceso de intermediación y del consumo sufre de natural alteración  y las consecuencias asoman un rostro de devastación en todos los órdenes. La respuesta del presidente ha sido muy clara: resuelvan sus situaciones que yo tengo resueltas las mías, estando cifradas en tres proyectos que carecen de demanda ciudadana, de mercado y de puesta en marcha, pero son mis proyectos y no los de ustedes cien millones que pretenden mis cancelaciones.

Vino la captura fiscal y la recomposición tributaria a la escena del descuido gubernamental. Llegó para relatar un posible desacato en la fórmula y pacto generacional. En la historia no se ha dado esta pretendida rebeldía, pero tampoco se había experimentado un gobierno sin formas, sin medida en las decisiones y sin proyecto de nación. La improvisación de inicio parece que llega en rédito atemporal para enseñar todas sus deficiencias a la vez. La desembocadura de tanto yerro en la concepción de poder ha resultado en tragedia nacional e internacional por igual, dada la consternación que existe en el ámbito de las decisiones que laceran desde el sentido común hasta la economía de bloque y asociados con nuestra trayectoria. 

Vino el desprendimiento del pacto federal. Llega en momentos de apremio que el presidente ignora. Son demasiados Estados para hacer a un lado la rebelión, no por la fase inerte del incumplimiento, no es lo que inunda el territorio a este día, es la traición a la circunscripción del orbe que clama por la protección de lo más sagrado que existe como núcleo: la familia. Demostrado queda que la protección del empleo es un simple derivado del centro de trabajo, la empresa. Es en esa coordinación de esfuerzos recíprocos en donde se ataca la inacabable fase de asedio de una pandemia. El mundo así lo contempla, la sociedad también, como también lo interpreta cualquier gobierno responsable.

Vino la petición de cuentas como nunca en la historia moderna, llega con el reclamo y respaldo de datos duros, de contundencia; se aleja el pasmo de los días de marcha, de los días de redacción de peticiones. Esos tiempos se fueron con el tiempo perdido en la obsecuente negligencia de un poder acotado por todas sus fases de inacción. Los tiempos de este gobierno están agotados y la nación lo percibe desde su recato ordenado por los preceptos de salud, sin invalidar su postura decidida y firme para sustentar el futuro, futuro que no permitirá más como un escurrimiento de las manos, las manos de todos. 

Vino finalmente el desprendimiento de nuestra economía. El sustento falaz del concepto de desarrollo anunciado para desafiar una tasa de crecimiento que emulaba la etapa neoliberal denostada siempre, queda en franco desamparo ante la perspectiva de superar la temida recesión multiplicada por seis u ocho veces. La tasa es esperada, sin duda, la respuesta de esta transición no es esperada, también sin duda. 

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