A la buena de Dios…

Son las 10:22 horas, mientras escribo esta columna en medio de una lluvia torrencial intermitente desde la noche de ayer. Esto me llevó a pensar...

3 de junio, 2020

Manuel de Jesús Ruiz Nettel

Son las 10:22 horas, mientras escribo esta columna en medio de una lluvia torrencial intermitente desde la noche de ayer.

Esto me llevó a pensar y reflexionar sobre las implicaciones que traerá la lluvia al marco de la pandemia. Esto es muy fácil, en el contexto de la pandemia, este aumento de lluvias ha traído un aumento de contagiados, ya que para nosotros, los del sureste mexicano, la época de lluvias es el norte. La temperatura baja y los padecimientos de alergias, gripas y garganta aumentan debido a las mojadas que se pega la gente en las calles porque tienen que salir para buscarse el sustento.

En Tapachula, hoy amanecimos con el rumor en las redes sociales que no existía más cupo en los dos hospitales COVID-19 que existen en la ciudad, además desde el día de ayer, el municipio tuvo el máximo de contagios en el estado.

A pesar de esto, la gente no cree que la enfermedad exista. Así, incrédulos, siguen haciendo de las suyas insistiendo en salir. A pesar de la lluvia pertinaz y toda la gente camina por las calles del centro de la ciudad. No entienden y la gente se está muriendo diariamente de “neumonías atípicas”, “causas naturales” y otros padecimientos y si la persona era obesa o fumadora, son descalificadas por su estilo de vida como el causante de la muerte, sin decir y sin saber a ciencia cierta si su muerte se debió al COVID-19.

En redes sociales, la gente se lamenta cada vez más de los fallecimientos de sus amigos y familiares. Va subiendo el número cada día más. Mientras que otros empiezan a lamentarse del “infierno de estar conociendo muertes de cercanos cada día”.

Es ahí cuando se dan cuenta que los muertos se deben al COVID-19 y que las autoridades federales nos están mintiendo deliberadamente sobre el número de muertos. Solo así se convence la gente de que la pandemia existe, que es real y que ha estado con nosotros, mínimo, desde octubre del año pasado.

Lo peor de esta enfermedad es que la muerte te llega por donde estés más débil. Es ahí donde ataca más mediante coágulos, simultáneamente te ataca los pulmones quitándote el aire. Es horrible que te falte el aire porque no te mata rápido, sino que no puedes respirar como normalmente lo haces y en ese tiempo que sigues respirando poquito, la mente te avisa que estás en serios problemas y todo lo que tengas guardado en el corazón sale a flote para que el terror invada tu vida que podría estar a punto de morir.

El virus del COVID-19 está hecho de tal manera que no se le identifica verdaderamente por los padecimientos, sino que es obligatorio que se dé el examen químico para saber si tienes el virus. Desgraciadamente, esta prueba no es confiable del todo en estos momentos porque son muy ambiguos sus resultados, que después tendrán que ser corroborados por una segunda prueba.

Lo que sí están de acuerdo la gran mayoría, es que el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado a los mexicanos “a la buena de Dios” y todos se explican por qué “le vino al dedo” la pandemia a la cuarta transformación. Su última estrategia lo corrobora, ya que inició labores en todo el país y él mismo inició sus giras de campaña para insistir en sus necedades.

Al ver esto, el pueblo mexicano se volcó a las calles, lo que repercutirá en el aumento de contagios y de muertes. El día de ayer le preguntaron sobre los 10 637 muertos que tenemos, solo se limitó a decir que son “lamentables”, pero nunca dijo que todos se queden en casa ni pone el ejemplo. Para él vale más la permanencia en el poder que la vida de los mexicanos. Por lo que él sigue en lo suyo y nos deja a todos “a la buena de Dios” con esta lluvia pertinaz que no se quita.

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