Hasta ayer 196 487 personas habían enfermado de COVID-19 en México y, de estas, 24 324 habían muerto.
Entre el martes y ayer se registraron 5027 casos adicionales y 947 muertes más.
Así, de entre 213 países y territorios, nuestro país se ubicó en los siguientes lugares de esa larga lista:
– 13° con más casos confirmados
– 7° por el número de muertos
– 67° por el número de casos por cada millón de habitantes (1485)
– 22° por el número de muertos por cada millón de habitantes (181)
– 44° por el número total de pruebas diagnósticas realizadas (501 871)
La evidencia indica que la estrategia diseñada para enfrentar la pandemia por el dúo de médicos conformado por el secretario de Salud, Jorge Alcocer, y su alumno predilecto, el subsecretario Hugo López-Gatell, ha fracaso rotundamente.
Sería un desperdicio de tinta y papel señalar las múltiples ocasiones en que López-Gatell ha asegurado que la pandemia de COVID-19 evolucionará de cierta manera para después tener que explicar porque no ocurrió lo que pronosticó, las veces que se ha visto forzado a cambiar la fecha en que supuestamente se llegaría al punto máximo de la pandemia para dar una nueva, la manera en que día tras día, en su inútil conferencia de prensa, ha informado sobre el creciente número de enfermos y de muertos con la frialdad que solo es capaz de exhibir una persona que es totalmente insensible al dolor humano.
Lo peor del asunto es la forma en que Alcocer y su pupilo, desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia, lograron influir sobre su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, convenciéndolo de: 1) que la enfermedad causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-7 no era más que una “gripa” que al llegar el calor veraniego desparecería, 2) que quienes enfermaran adquirirían una inmunidad permanente, 3) que solo los mayores de 65 años estaban en riesgo de morir en caso de ser infectados, 4) que el sistema de salud estaba perfectamente preparado para atender a los enfermos, 5) que no era necesario adoptar ninguna medida drástica para prevenir que el virus se esparciera, 6) que no era necesario realizar pruebas diagnósticas para conocer como el virus se estaba diseminando por el país y, para colmo, 7) que él y los demás mexicanos no necesitábamos utilizar un cubrebocas para no esparcir el virus porque no estaba científicamente demostrado que eso sirviera de algo, posición que sigue sosteniendo López-Alcocer a pesar de que los principales científicos del mundo no están de acuerdo con él.
Tan convencido está Andrés Manuel que a millones les da un mal ejemplo al negarse a usar un cubrebocas e insistir en viajar por el país como si no pasara nada
AMLO no es responsable de la pandemia que se originó en Wuhan, China, pero sí del fracaso de su gobierno para enfrentarla exitosamente por insistir en escuchar a dos médicos oportunistas; tampoco es responsable de la crisis económica mundial que en gran medida causó la pandemia, pero sí de sus políticas y decisiones que llevaron al país a una recesión antes de que cundiera el virus.
En las elecciones del año entrante, ¿pagarán los candidatos de MORENA por el mal manejo de las crisis sanitaria y económica?
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