AMLO, el último hijo de la Revolución Mexicana

Es difícil saber si en 2018 la tercera será la vencida para Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

12 de julio, 2017

Jaime Guerrero Vázquez

Es difícil saber si en 2018 la tercera será la vencida para Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Es discutible si está haciendo las cosas mejor que otras veces o simplemente está haciendo las cosas de manera diferente. Ahora tiene su propio partido y no necesita llegar a acuerdos internos con otras corrientes. Como en otras ocasiones, está cooptando a políticos de otras formaciones y a ciudadanos y empresarios. La última de estas cooptaciones ha llamado la atención: Lino Korrodi, quien ahora, convenientemente, se dedica a hablar mal de Fox y bien de López. Las razones para su coopatción son pueriles: todo el mundo merece una segunda oportunidad. ¿También Salinas de Gortari? Por otro lado, Mario Delgado anuncia prácticamente la llegada de Marcelo Ebrard a MORENA a través de Alfonso Romo. Fiel a su estilo de político secundón es Ebrard.

Suponiendo que AMLO llegue al poder, ¿cuál sería su proyecto? En buena medida, su proyecto es él mismo, pero de alguna manera, nos guste o no, López es el heredero legítimo de Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos y Luis Echeverría. No hay otro político que, como él se identifique tanto con los ideales de la Revolución Mexicana. El PRI los ha perdido, pero el tabasqueño es, por derecho propio, el último hijo de esa Revolución.

Como Lázaro Cárdenas, AMLO es un nacionalista y también un hombre que aspira a corporativizar la sociedad. Como López Mateos, el tabasqueño tiene carisma y la idea de que no hay otra vía más que la suya. En el poder, podría usar la represión como el mexiquense. Como Luis Echeverría, el dueño de MORENA es un nacionalista autoritario.

¿Cuál es el problema con el nacionalismo de AMLO? Básicamente, que el mundo no es el de 1938, 1960 o 1970 y México no es un país aislado. Imposible regresar a esa nación del desarrollo estabilizador con esta economía abierta, afectada por los vaivenes del mundo. Intentarlo como lo hicieron otros países podría ser desestabilizador, incluso más que esta economía absurda que tiende a la concentración de capital y la precarización de los empleos. En materia económica no hay respuestas fáciles, pero tal vez haya caminos diferentes.

¿Es posible corporativizar a la sociedad? La respuesta podría ser un fácil y rotundo no, pero el paso de López Obrador por el gobierno del Distrito Federal demostró que hay sectores que fueron corporativizados fácilmente. Con una tercera edad empobrecida, el famoso apoyo mensual, con todo lo bajo que parecía, logró que miles de personas mayores lo siguieran y no solamente porque los obligaban, sino porque era el primer gobernante que les concedía algo directamente: dinero. Ahora, hay millones de mexicanos y mexicanas con necesidades de todo tipo: desempleados, sin casa, estudiantes rechazados de universidades, amas de casa que no llegan al siguiente día de pago, ¿estamos seguros que con los agitadores políticos adecuados y recursos en efectivo no seguirían a López?

AMLO no cree en la democracia ni en la organización autónoma, como tampoco lo hicieron Cárdenas, López Mateos o Echeverría; lo ha demostrado una y otra vez. Cree en un Estado fuerte y metido en todos lados: en la economía, en los sindicatos y, para peor, en las recámaras. No cree en los derechos de las mujeres ni en los de nadie más si están al margen del gobierno. ¿Qué las demás opciones son peores? Es discutible, pero en todo caso ninguna aspira a corporativizar o a hacer un Estado metido en todo.

Quien vote por AMLO, que al menos lo haga con los ojos bien abiertos.

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