Las mentiras de Claudia en sus spots de campaña

El combate a la corrupción y la promesa de gobernar “con honestidad valiente” han resultado otra mentira.

18 de enero, 2024

Adrian Ruiz de Chavez Villafuerte

Las mentiras de Claudia en sus spots de campaña

Iniciamos el año con una agenda política muy agitada y crucial para el futuro de México. El resultado de las elecciones del 2 de junio próximo no solamente tendrá impacto de aquí al 2030 sino que puede condicionar las posibilidades de desarrollo de varias generaciones. Lo que está en juego, realmente es, si queremos seguir avanzando como sociedad en democracia, con estado de derecho, división de poderes y un clima general de libertades o si confirmamos el retroceso hacia un estado de corte autoritario, populista y mafioso, que desmantela los contrapesos institucionales, inhibe la vigencia del estado de derecho, concentra beneficios para los amigos del Presidente y regresamos a la simulación democrática en que vivimos hasta antes de 1997. Quien no lo entienda así, o se equivoca o no entiende nada.

Punteando en la intención del voto, la candidata que ofrece continuidad de la 4T -y con ello el desmantelamiento de la institucionalidad democrática en México-, Claudia Sheinbaum, desarrolla su campaña apoyándose en la todavía increíblemente alta popularidad del Presidente, que de acuerdo con la última encuesta de El Financiero (4/I/24), tiene una aprobación de 55% (contra 44% de desaprobación). Sus spots publicitarios, bien producidos y bien diseñados, parecen ser atractivos para muchos electores que empiezan a ver con simpatía a la candidata, pese a su falta de carisma personal. Los spots se centran en el mensaje de “seguir con la transformación del país en beneficio del pueblo” que, según afirma Sheinbaum, ha tenido logros notables en materia económica, de seguridad, educación, salud pública, combate a la corrupción, cuidado del medio ambiente y ha sido particularmente benéfica para las mujeres.

El problema es que esos “logros notables” que configuran lo que está siendo “la gran transformación del país en favor del pueblo” son puras mentiras: ilusiones, demagogia, promesas vacías y una ya muy grave destrucción de la capacidad operativa del estado. La verdad es que la 4T no ha sido más que una construcción verbal del Presidente y su equipo de demagogos, repleta de sueños incumplidos pero con una, eso sí notable, capacidad de destrucción de lo que sí funcionaba en México antes de diciembre de 2018. ¿Cómo es la realidad detrás de las maravillas que promueven los spots de campaña en apoyo de Claudia y la continuidad de la 4T?

Su posicionamiento publicitario contrasta, de entrada, significativamente con la percepción general de la opinión pública que, según la misma encuesta de El Financiero, tiene una opinión mucho más reprobatoria que aprobatoria en todos los rubros que la candidata celebra como éxitos de este régimen. Por ejemplo, en Economía, 37% considera que vamos bien o muy bien, mientras 49% considera que las cosas van mal o muy mal; en Seguridad Pública, 25% aprueba y 62% desaprueba; en combate a la corrupción, 32% piensa que vamos bien pero 45% que vamos mal. ¿Cómo entonces se mantiene tan alta la popularidad del mandatario cabecita de algodón tan querido por tantos? Para mí es un misterio psicoanalítico. ¿Podrá su candidata heredar la ternura y simpatía que inspira el Presidente entre una parte del electorado? A ver.

Más allá de la percepción, mucho más contrastante resulta la realidad objetiva de la situación del país precisamente en estos ámbitos en que los morenistas dicen que tanto se ha beneficiado el pueblo: En materia de crecimiento económico, estamos en el peor sexenio del siglo XXI cuando, aún incluyendo el crecimiento posible de este año, al final del 2024 el PIB per cápita será inferior al que teníamos en 2018; la inflación posterior a la pandemia se comió en términos reales los incrementos logrados en la masa salarial y, aunque sigue fluyendo la inversión foránea, a raíz de la relocalización industrial, no estamos recibiendo, ni de lejos, lo que podríamos si tuviéramos un marco legal más confiable y un más sólido estado de derecho, menos inseguridad pública y una política energética más adecuada a los requerimientos de la economía global. Adicionalmente, en contraste con el sexenio de Peña Nieto durante el cual el país recibió 665 mil millones de pesos de inversión extranjera en mercados de dinero, el sexenio de López Obrador ya acumula una salida récord de capitales, por 350 mil millones de pesos. Tal es la confianza de los inversionistas en la 4T.

Por otro lado, en materia de seguridad pública, analistas de inteligencia estiman que los grupos criminales controlan cerca del 40% del territorio nacional, con su respectiva cuota de homicidios, extorsiones, secuestros y robo de mercancías. La situación en estados como Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Sinaloa, Colima y varias regiones del Estado de México, Jalisco, Tamaulipas y Veracruz, es crítica. El número de homicidios dolosos en este sexenio ya supera los 150,000, que es la mayor cifra en los últimos tres sexenios (y podrían llegar a 200,000 en los meses que le restan al sexenio).

En materia de salud, el saldo de esta “gran transformación a favor del pueblo” ha sido que más de 30 millones de personas perdieron acceso a servicios de atención médica con la cancelación del Seguro Popular; la escasez de medicinas ha sido criminal no solo para enfermos de cáncer sino también de diabetes, enfermedades cardiovasculares, padecimientos psiquiátricos y largo etcétera, de modo que analistas calculan que al menos 20% de los fallecimientos en los últimos tres años fueron causados por la falta de abasto de medicamentos, provocada por el ordenamiento presidencial de acabar con el sistema tradicional de compra de medicinas. Si a esto sumamos alrededor de 750,000 muertos por el pésimo manejo que el gobierno hizo durante la pandemia, resulta que a la incompetencia e irresponsabilidad de esta administración debemos imputarle, directamente, cerca de un millón de muertos por puritita negligencia en el diseño y operación de su política de salud pública.

El saldo de “la gran transformación” en materia de Educación no es menos grave: Los resultados de la prueba PISA de 2022, muestran una disminución de entre 10 y 20 puntos en los puntajes de Matemáticas, Ciencias y comprensión de lectura contra lo que había en 2019, y dos de cada tres estudiantes que terminan la secundaria son incapaces de resolver problemas matemáticos simples, mientras que la mitad no comprende, al leerlo, un texto sencillo. La reforma del ahora CONAHCYT, ha implicado la reducción al mínimo de nuevas becas para cursar estudios de posgrado fuera de México y la cancelación o falta de ejercicio de los recursos para sostener a estudiantes que ya estaban fuera del país. El retroceso del país en materia de investigación y desarrollo de ciencia y tecnología es alarmante. En el otrora centro de excelencia académica que fue el CIDE, impusieron una nueva dirección general que ha avanzado mucho en el desmantelamiento de la institución, apoyado por la SHCP, que lo ha dejado sin presupuesto para operar. Por si fuera poco, el gobierno ha lanzado “la Nueva Escuela Mexicana” que profundizará el desastre educativo al ideologizar gravemente, desde el marxismo latinoamericano, los contenidos y materiales de los libros de texto y reducir a niveles ridículos la formación en matemáticas y ciencias. Y las “Universidades para el Bienestar Benito Juárez García” son, como tantas iniciativas presumidas por este gobierno, una fantasía demagógica, existentes en un decreto y físicamente, acaso algunas sedes, ocupando una casona, sin infraestructura, sin presupuesto y sin profesorado.

El combate a la corrupción y la promesa de gobernar “con honestidad valiente” han resultado otra mentira. México sigue disminuyendo en el ranking de corrupción global y ya ocupamos el lugar 126 de entre 180 países, cuando hace una década estábamos en el 106. Lo que sí ha combatido el Presidente son los sistemas de transparencia y rendición de cuentas, así como los contrapesos institucionales diseñados para evitar precisamente la corrupción. Su gobierno ha hecho todo lo posible para destruir o dejar inoperante al INAI y ha decretado que todas las obras de inversión de esta administración queden con información reservada (o sea, no consultable) por “razones de seguridad nacional” hasta quién sabe cuándo. El porcentaje de compras gubernamentales realizadas sin concurso, por asignación directa o invitación restringida, alcanzan poco más del 80%, mucho más que en cualquier otra administración en los últimos 30 años. Sin embargo, a pesar de la intencionada opacidad del régimen, investigaciones periodísticas independientes han permitido documentar un desfalco en SEGALMEX superior a los 12 mil millones de pesos y que duplica el escándalo de la “Estafa Maestra”; y han documentado también el tráfico de influencias de Andrés y Gonzalo López Beltrán, favoreciendo a empresas (recién creadas) de sus amigos cercanos que han sido designados como proveedores estratégicos del gobierno federal y de gobiernos estatales controlados por Morena.

Como las mujeres son consentidas de la 4T, desde el principio de esta administración les quitaron las estancias infantiles y luego las escuelas de tiempo completo, complicándoles seriamente la vida para compatibilizar su necesidad de trabajar con el cuidado de sus hijos. Y los feminicidios siguen, de modo consistente con el estado general de la seguridad pública en el país.

A estos logros hay que añadir el infame derroche de dinero, desde la cancelación del NAIM, los subsidios a PEMEX y las obras insignia del Presidente, que sumando rebasan el millón de millones de pesos, literalmente tirados a la basura.

Tiene razón Xóchitl: Este gobierno desprecia la verdad, la vida y la libertad. También desprecia la prosperidad y el trabajo honesto y productivo.