Un balance a tiempo

Tal vez el dinamismo de las cosas que ocurren en el entorno económico merece interpretación en ese desenvolvimiento que aturde, las más de las veces...

4 de noviembre, 2019

Tal vez el dinamismo de las cosas que ocurren en el entorno económico merece interpretación en ese desenvolvimiento que aturde, las más de las veces confunde; los hechos se suceden de una manera repentina y sorpresiva. La agilidad de los mercados y la eficiencia en la que se desenvuelven, descuentan toda acción futura en tiempo presente. Si ya sucedía décadas atrás, la tecnología da cuenta ahora de la transmisión de información al grado de concebirse el tiempo real en la mediación de las finanzas del orbe.

México se ha alejado de todo precepto de mediación internacional en el signado de política económica; también, se ha alejado de prescripciones del orden internacional. Los organismos financieros internacionales preservan regulaciones y recomendaciones que el mundo moderno ha atesorado por considerar guía singular derivada de la observancia del conglomerado universal y experiencias y fracasos de modelos económicos diversos.

El presidente que ocupa la tercera transición de esta era del despertar democrático de la nación, sencillamente vive en un ostracismo capturado por una ideología que no conforma lineamientos progresistas, que no contempla horizontes de plazo en las actividades primarias y salientes de las naciones en boga y ejemplo. Tenemos, los mexicanos, un presidente que no viaja, que no alterna con naciones que creen en sus economías y que comparten sus especialidades y sus ventajas comparativas, mismas que enseñan al mundo.

La posición financiera de cualquier entidad económica reduce a un simple estado estático una perspectiva que detiene, por así enunciar, su actividad y su proceder en el tiempo transcurrido desde cualquier semblanza pasada. No resulta por demás situar la marcha de una nación en esa retrospectiva que ayuda a asimilar lo ganado y lo errado por igual:

Cualquier balance iniciaría con las prerrogativas de circulante y disponibilidad; de ese modo, podríamos dar cuenta del renglón de caja que tendría como saldo inicial 500,000 millones de pesos, el ahorro pregonado al inicio de esta transición de gobierno; se anunció como un vehículo de ahorro por el simple arribo de una administración que eliminaría la corrupción que representaba esa cantidad, estimada con carácter definitorio e incontestable. Al término de un ejercicio, el saldo se estimaría vigente, 500,000 millones de pesos en un solo año, así fue anunciado.

En segundo término, en nuestro balance vendrían otros activos, inversiones y activos fijos. En el primer rubro, tendríamos que contabilizar lo invertido en el movimiento de tierra en Santa Lucía, que hasta ahora sería el único movimiento orientado a la construcción de un aeropuerto alterno. La disposición de estudios y proyectos en otras actividades serían sujetas a amortización y de ellas no conocemos contenido alguno, de modo que quedarían fuera y estarían sujetas a salvedad en un dictamen de auditor externo.

En cuanto a activos fijos, el aeropuerto de Texcoco ya estaría en los registros de la nación como una propiedad y registros públicos correspondientes, de modo que trastocar su pertenencia constituiría un delito denominado despojo. Interrumpir su desenvolvimiento y conclusión caería en el terreno de la justicia federal, de modo que para efectos de balance sigue siendo un activo de la nación y de sus nacionales; sus depreciaciones y otros efectos pertenecen a la circunscripción de las autoridades fiscales.

Veamos el lado del pasivo: encontraremos una asunción de deuda, que en términos de finanzas se llamaría subordinación de deuda. La subordinación aplica cuando la exigencia de las obligaciones no puede ser cubierta. En este caso, la emisión de deuda, de carácter privado, no presentaba ninguna manifestación de posible insolvencia, de modo que la asunción no se justificaría bajo ningún esquema de finanzas.

La descarga del activo no puede realizarse por tratarse de una interrupción de tratados internacionales y nacionales ligados a un proyecto de repercusión internacional, de modo que continúa formando parte del acervo de una nación dueña de un activo que operaba bajo circunstancias y prerrogativas de construcción amparadas por normas internacionales. El cargo y el abono de esta operación no puede realizarse y trastoca todo principio contable.

Unas líneas más abajo revisamos el capital. Encontramos una parte accionaria en favor de empresas e instituciones privadas que capitalizaron lo que en algunas naciones hubiera correspondido al gobierno, por tratarse de infraestructura en tierra de una nación que guardaría toda prerrogativa de operación del activo en cuestión. En otras palabras, encontramos el garante de una operación aeroportuaria en manos privadas, para el beneficio de una nación-estado.

Nuevamente tenemos problemas con la revisión del estado financiero; el retiro de la parte accionaria no puede ser trasladado como si se tratare de una permuta de bienes. La asunción de deuda no justificada no puede ser tratada como una traslación de un dominio no contemplado en la legislación. La razón es muy simple, los accionistas no fueron consultados en la redención de sus acciones, por tanto, la operación es invalidada de origen.

Encontramos una contradicción que nos obliga a regresar a los activos, en este caso, los intangibles: revisamos concesiones y trámites de valía internacional ante agencias calificadas y organismos con alta especialización en espacio aéreo, capacidad aeronáutica, y estudios con grado de especialización, que consideramos intransferibles. Se consideran propiedad intelectual y de otras prerrogativas de leyes globales.

Finalmente encontramos pasivos de contingencia. Los accesos a fondos de emergencia no ameritan su abuso en tanto se estimen las medidas tomadas como provocación interna, significando esto, que la tercera transición pudo haber evitado toda esta premura de recursos al haber seguido las estipulaciones de contratos amparados en el orden internacional y bajo las normas aceptadas en la consecución de activos y proyectos sanos en marcha y acordes con lineamientos internacionales.

Si las autoridades de esta transición en turno hicieran este recorrido de balance, tendrían que dar marcha atrás a proyectos inoperantes. En esa marcha recuperaríamos el año perdido en experimentaciones costosas y en proyectos intrascendentes. Esa marcha atrás se constituiría en la piedra angular del crecimiento económico.

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