Te prometo no morir

Te regalo mi promesa de no morir. Te regalo mi promesa de no morir. Te prometo vivir hasta más allá del tiempo que pueda transcurrir, de modo que aún sin vernos, volvamos a encontrarnos en cualquier instante...

16 de marzo, 2016
pastel

Te regalo mi promesa de no morir.

Te regalo mi promesa de no morir.

Te prometo vivir hasta más allá del tiempo que pueda transcurrir, de modo que aún sin vernos, volvamos a encontrarnos en cualquier instante que tú quieras.

Te prometo esperar, y esperar y esperar, porque sé que llegarás alguna vez.

No corre prisa, porque en tu honor, he detenido el tiempo, para que los años transcurridos no te pesen, y los que han de venir, no afecten la esperanza de encontrarnos.

Nada hay más fuerte que el amor que alimenta a la vida y la hace posible; por eso, te prometo sobrevivir a cualquier adversidad, a todas las tormentas, a los contratiempos, a las tristezas y las desesperanzas.

Yo esperaré a que llegues, cuando llegues.

Y te regalo mi promesa de no envejecer, ni perder la fuerza que nos permita compartir los paisajes que he ido descubriendo por los caminos de mi bicicleta;  te prometo vencer a la inercia y al cansancio, a la sed y al sol del mediodía; a la lluvia y al frío; te prometo que reiremos en torno de la anécdota en que convertiremos a todas las maldiciones, los conjuros, y las emboscadas.

Te prometo descifrar contigo todos los acertijos, las mentiras, los engaños, los mitos y las falacias.

Yo volveré cuando estés listo; cuando quieras; cuando puedas. Mientras tanto, mantendré encendida la luz de tus dieciocho bendiciones diarias; el ritual de todas las cucharas blancas de plástico, que han dado vueltas en el café de tu recuerdo; entonces, cuando por el rabillo del ojo atisbes para saber si estoy aquí, nos encontraremos como si no hubiera transcurrido ni un minuto separados; porque nada puede vencernos; ni la amargura, ni el dolor ni el miedo, ni la incertidumbre ni la mentira.

Te regalo mi promesa de seguir junto a ti, hasta que pase en tu corazón, la tormenta de la soledad, del resentimiento, del dolor y todos sus espejismos, que nada son, ante el amor que nos une.

Pero ante todo, te prometo no prometerte nada más, después de estas líneas; de modo que estés a salvo de los desengaños, de las decepciones, y de la intemperie del corazón.

Y te prometo que me encontrarás, aun cuando parezca que no puedes verme ni escucharme, porque entonces descubrirás, que los paisajes vividos entre los sueños de tu niñez y de tu adolescencia, serán como álbumes llenos de episodios familiares.

Te sonreirán las curvas del camino; el “túnel de los pipís”, y las primeras montañas de Acapulco.

Nos encontraremos más allá del tiempo, en el olor de los cafés de la mañana; en los desayunos de tus hijos y en el lunch de sus recreos;  nos encontraremos en las noches antes de dormirte, y en todos los juguetes que te acompañen.

Te prometo hablar contigo en la voz de tus hijos; acariciarte con sus manos y abrazarte con su amor. Te prometo estar presente en las evocaciones de tu hermano Julio, hasta el punto que te darás cuenta de que no hay nada de que arrepentirnos; nada qué perdonar; nada que lamentemos como irremediable.

Una vez que hemos regresado de tan lejos; que hemos vencido tantos obstáculos, nada hay que pueda prevalecer entre nosotros.

Sé que te pertenezco, y tú eres mío.

Te bendigo veintitrés veces, multiplicadas por los millones de minutos que con tu sola existencia, has llenado la mía.

Te bendigo en tus pasos y en tus juegos; en tus ilusiones y tus ideales; te bendigo en tus sueños, en tu amor y en tu desencanto.

Te bendigo en los pasillos y los patios y los jardines de tu colegio; en el cuarto de los” tesoros”, en tu escondite de la casa.

Te bendigo por haber nacido, dándome la plenitud.

Te bendigo por haberme hecho tu héroe y por todos tus dibujos y tus regalos de tesoros; por todos tus dientes de leche, que intercambié con el Ratón.

Te bendigo porque mi héroe, ahora lo eres tú; porque te admiro, te respeto y no necesito más que saberte bueno, valiente y generoso.

Bendigo tu sonrisa sin dientes a los seis años, y la luz de tu cara de siempre.

Celebro tu llegada a este mundo, que por ese solo hecho, se convirtió en un sitio mejor.

Celebro en tu cumpleaños, mi transformación en lo más pleno imaginable:

En la culminación de mis sueños; en ser tu papá.

Celebro que exista el mes de mayo, y los números dos y siete, que marcan juntos, tu aniversario y mi buena suerte.

Celebro que mi joven de 27 años, no muriera aquélla tarde de junio, y haya esperado a que llegaras desde el cielo.

Festejo tu amor por la música y por las letras; tu vehemencia y la pasión de tus hechos y tus palabras.

Atesoro tus acercamientos y aguardo sin temor, tus aparentes lejanías y tus distancias.

Te prometo que volveremos juntos a nuestros caminos, a bordo del coche rojo, manejándolo tú, y yo de tu copiloto, escuchando la música que no tiene límites en el tiempo.

Amado hijo mío, te bendigo, te amo, te celebro, y te prometo, como regalo, no morir.

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