¡Shazam! Y el irracional miedo a los spoilers

Desde el siglo XIX se ha utilizado la palabra spoiler (en inglés significa literalmente “alerón”) para referirse al destripe , como se le llama en...

23 de abril, 2019

Desde el siglo XIX se ha utilizado la palabra spoiler (en inglés significa literalmente “alerón”) para referirse al destripe, como se le llama en literatura al hecho de adelantar puntos relevantes de una trama. Con la llegada del internet y principalmente las redes sociales, se ha vuelto muy popular el término, al grado que cualquier cosa que adelante la trama de una película, principalmente de las grandes franquicias como The Avengers o Star Wars puede ser incluso, bloqueada por usuarios o por los productores pero, ¿en verdad son tan terribles para que ocurran estas cosas? ¿El saber de antemano una trama hace menor el disfrute de una película? Anteriormente, hasta que aparecieron las cintas de superhéroes, una costumbre muy sana en las escuelas era la de que el afortunado que vio la cinta blockbuster del momento se sentara con sus amigos alrededor a contarles con pelos y señas, la trama entera, lo cual hacía que el resto se muriera de ganas de saber cómo es que Dart Vader le decía a Luke Skywalker que era su hijo, cómo le hacía Superman para girar alrededor de la tierra para atrasar el tiempo, etc. Los psicólogos Nicholas Christenfeld y Jonathan Leavitt, en el año 2011, presentaron un amplio estudio al que llamaron Story Spoilers Don’t Spoil Stories, en el cual le dieron a leer una historia de ficción a 2 grupos de individuos. Al primero no le develaron nada sobre el texto y al segundo, le platicaron con lujo de detalles de qué iba la cosa. Los resultados expusieron que quienes sabían de antemano lo que ahí había lo disfrutaron más. Eso explica el porqué al público le gustan los remakes, los reboots, precuelas y secuelas,  porqué devoran las adaptaciones fílmicas de novelas, cómics, eventos históricos o biografías, que son el pan de todos los días. Decían los griegos que existían únicamente 7 premisas y que de ellas se desprenden todas las demás. Incluso, el (terrible, por cierto) teórico del guionismo cinematográfico Blake Snyder, en su libro Salva al gato, que es considerado por todos los productores comerciales como la biblia del guionismo hollywoodense, divide los tipos de historias que puedes contar en 10, en las cuales puedes encajonar a todas las producciones fílmicas que existen. ¿Entonces por qué tanto miedo a los spoilers?

En realidad eso es un invento de los mayors, los grandes estudios que con la competencia tan férrea que existe actualmente entre la televisión, los servicios stream, la piratería y demás, han visto disminuidas sus ganancias y lo que buscan es generar expectativas cada vez mayores por sus productos. Son capaces que “vetar” a un crítico o influencer que hable de más o que califique mal sus producciones antes de “la veda”, es decir, antes de la fecha en que por lo menos hayan asegurado la preventa de los boletos para ver la porquería de la semana. Así que sí, ellos son los que en verdad han convencido al público “de a pie” de que es necesario que no sepan nada para no echar a perder “la experiencia”, como si todo lo que hacen fuera en verdad único y original. Y es aquí el que ya pasada la veda y que su producto ya ha sido visto, que no les importa si el crítico o influencer dice lo que debería haber hecho desde el principio.

Y uno de los proyectos que hoy por hoy podemos destripar sin miedo, es precisamente Shazam! (2019, David F. Sandberg).

El cómic en que está basado es muy popular, principalmente entre los lectores que nacieron después de 1940, es decir, casi todos. El Captain Marvel, como se llamó al principio, fue creado en 1939 por Clarence Charles Beck y Bill Parker, como competencia a Superman. Debido al éxito del personaje, que incluso llegó al cine en forma de serial antes que el héroe de DC, es que la compañía se encargó, primero, de tratar de destruirlo y posteriormente lo compró, aunque por cuestiones de derechos de autor tuvo que llamarlo Shazam. Desde los primeros números apareció un científico loco, el Dr. Silvania, quien quería quitarle los poderes porque creía que el superhéroe no era digno de ellos. Y de eso se trata también su reciente adaptación cinematográfica.

La anécdota va sobre un chico que fue abandonado por su madre, Billy Batson, que es reclutado por un mago para que al decir su nombre (Shazam), se convierta en un superhéroe adulto y pueda defender al mundo del inminente ataque de los siete pecados capitales, los cuales son “controlados” por un millonario pelón, el Dr. Silvania, obsesionado porque de pequeño reprobó el examen para súper que le practicó el mismo mago.

La película, hay que reconocerlo, está por encima del nivel de prácticamente todas las cintas del subgénero. Es un trabajo divertido y bien facturado, que se toma todas las libertades del mundo y que incluso, se nota que permitió a los intérpretes improvisar algunas de las escenas. Zachary Levi crea a un Shazam adulto muy divertido, aunque no difiere demasiado de lo que hacía en la serie de culto, Chuck, en la que interpretaba curiosamente, a un young adult dependiente de una tienda de tecnología que por accidente se vuelve un agente secreto, debido a un chip que tiene integrado que le permite aprender cualquier habilidad que requiera en segundos. Así que fuera de la preparación física, no se ve que le haya costado mucho trabajo el personaje. El pequeño Jack Dylan Grazer genera un sorprendente Freddy Freeman, el mejor amigo del superhéroe, y entre ambos tienen una química y un timing tal, que pueden sostener en sus hombros toda la producción. Mark Strong interpreta nuevamente a un villano pelón con mucha fortuna, siendo uno de los más logrados de este tipo de cintas, un envidioso parricida, capaz hasta de vestirse con un horroroso abrigo con cuello de peluchito y verse bien. Los efectos especiales son sorprendentes y la música de apoyo está muy bien empleada. Hay bromas todo el tiempo y a pesar de que el guión peca de poco original, es un trabajo divertido y que sorprende por su sencillez.

En todo el metraje hay referencias no sólo al universo DC, al que pertenece el cómic en el que está basado, sino a muchos otros trabajos que le anteceden. Quizá la mayor sea a Big (1988, Penny Marshall), la cual es homenajeada a cada momento, incluso en su emblemática escena del baile en el piso de piano. Otra de las cosas más curiosas es que prácticamente toma sin muchos cambios el argumento del tomo recopilatorio Shazam! Vol. 1: From the Pages of Justice League, de Geoff Johns y Gary Frank, el cual presenta al personaje desde una perspectiva muy diferente a la que históricamente había tenido, es decir, como copia ñoña de Superman. Irónicamente, también toma elementos de Superior, de Mark Millar y Leinil Francis Yu, una novela gráfica que usaba al personaje de inspiración y que también narraba la historia de dos niños, uno de los cuales se vuelve súper poderoso. Y con todo esto, ¿quién tiene miedo de los spoilers?

Todo lo que se encuentra aquí ya se ha visto no una sino miles de veces. Los chistes son tan trillados que uno los puede intuir sin problema – cuando el héroe le va a transferir los poderes de los magos a sus hermanastros, lo que por cierto, cualquiera que haya leído el cómic sabe que va a ocurrir, les pide que tomen el bastón y digan su nombre, ellos dicen “¡Fredy!”, en lugar de Shazam – y algunas de las situaciones recuerdan tanto a los filmes que homenajea, que no sorprende para nada el que gane el bueno. Y sí, es superior a todas las cintas de superhéroes que se han exhibido en lo que va del año y si no fuera por Deadpool 2 (2018, David Leitch), también de las del año pasado, a pesar que desde antes de comprar el boleto sabemos qué va a pasar porque casi todo está en el tráiler. Sabemos que un niño huérfano se va a volver superhéroe, que va a descubrir cómo usar sus poderes, que tiene un mejor amigo minusválido, que el villano es un pelón más malo que Carlos Salinas y que al final lo va a vencer y descubrir que la familia es lo más importante que existe, porque de eso se tratan todas las películas basadas en cómics. La gran diferencia es que esta se filmó con un presupuesto menor, con las expectativas puestas en el gran carisma de su reparto y en la posibilidad de llegarle a la nostalgia de los mayores y al fanatismo de los menores. Hay chistes que sólo van a entender los papás (“agarra mi vara” “qué asqueroso”) y otros que sólo los más pequeños (todas las referencias a videojuegos e internet). Quizá por lo mismo que los productores tenían poco qué perder, dejaron hacer casi lo que quiso a David F. Sandberg, antiguamente youtuber y con antecedentes en el cine de terror. Y tal vez por eso poco le hacen los spoilers a su mejor obra.

En resumen, un filme divertido, sin grandes pretensiones, que sin querer acaba de reconstruir una franquicia que estaba a punto de quebrar y que demuestra que los spoilers le hacen a una buena cinta lo que el viento a Juárez.

 

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