Redes (Anti)Sociales

“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, el mundo sólo tendrá una generación de idiotas”. Albert Einstein. Tenía meses queriendo escribir sobre esto, pero ya saben, que… “Temo el día en que la tecnología...

17 de abril, 2015

“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, el mundo sólo tendrá una generación de idiotas”. Albert Einstein. Tenía meses queriendo escribir sobre esto, pero ya saben, que…

“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, el mundo sólo tendrá una generación de idiotas”. Albert Einstein.

Tenía meses queriendo escribir sobre esto, pero ya saben, que si el trabajo, que si la falta de tiempo, que si el cansancio, que si los pretextos. Pero hoy por fin me he decidido.

Como comunicólogo a veces parece incongruente que no haga uso de las redes sociales. Critico demasiado a los que viven inmersos en ellas como si de ello dependiera su vida. No saben cuántas discusiones he iniciado por el tema y, por supuesto, siempre salgo con alguna mentada de madre. Pero es que la verdad no puedo con ésto. Entiendo que estamos en tiempos de tecnología y que ésta avanza diariamente, que es importante y necesaria, que nos hace la vida más fácil y que la información se vuelve accesible para todos. Pero hay una enorme diferencia entre el uso de tecnología y la enajenación por la misma. Y eso es justo lo que nos está pasando.

Mucha gente fatalista habla de una “conspiración” mundial ejercida por las grandes empresas y gobiernos para mantener a la sociedad en un bajo perfil para poder aprovecharse de ella y seguir manteniendo un control. No estoy de acuerdo con la teoría, sin embargo sí creo que la misma sociedad se ha encargado de auto idiotizarse con el uso excesivo de la tecnología.

Es cierto que en nuestros días es importante ser localizables y estar comunicados todo el tiempo. Los smartphones son una herramienta que se ha hecho casi indispensable, sobre todo para quienes trabajamos y necesitamos estar en contacto con clientes, proveedores, etc. Pero hemos caído en el abuso y llegado al extremo de la pateticidad.

Las redes sociales han hecho de la comunicación y socialización algo verdaderamente de lamentar. Hoy parece que para ser alguien importante, aceptado o influyente debes pasar la mayor parte de tu tiempo atrás de una pantalla publicando lo que haces de tu vida (que es nada en el momento que vives en las redes) y esperando la aprobación de los demás. Parece increíble, inaceptable e imperdonable el no contar con perfil en al menos una de todas las redes existentes.

Y no trato de satanizarlas ni mucho menos. Hasta celebro la importancia que tienen o han tenido en algunas situaciones. Gracias a ellas se logran dar noticias de forma directa e inmediata. Ha sido por medio de las redes que se han organizado movimientos como el que ayudó a la toma de conciencia y liberación en Egipto. Por medio de Facebook se han realizado grandes campañas publicitarias, campañas sociales; han ayudado al crecimiento de las micro y pequeñas empresas e incluso han servido para el rencuentro de amigos y familiares perdidos que de no ser por estos medios no se habrían vuelto a ver nunca en sus vidas.

Esto lo acepto y hasta lo puedo admirar. Pero lo que no entiendo es que la gente desperdicie todo su tiempo en ello. ¿Qué en verdad a alguien le importa si el perico de quien sea dijo una nueva palabra, si el tipo del coche de al lado se saca el moco mientras maneja, si el compañero de alguien se queda dormido en clase o en el trabajo o si la forma del cereal que se comieron en la mañana parece la cara de algún conocido? Porque estupideces como esta son las que en realidad se publican en la mayoría de los perfiles. La gente no pierde oportunidad para sacar su teléfono y gritarle al mundo cualquier tontería. Hemos llegado al punto en que la privacidad está cayendo en decadencia por privados que sean los perfiles de cada uno (valga la rebusnancia). Y lo peor de todo es que los que viven en estas comunidades han caído en un estado de egocentrismo tan grande que creen que tienen la verdad absoluta de todo y atacan a quienes no están de acuerdo con ellos. Ese caso lo vimos con las pasadas elecciones, donde lo twiteros y facebookeros atacaban a Peña Nieto y López Obrador de manera fulminante y quien se atreviera a defenderlos podría casi sufrir un destierro mediático.

¡Como si en verdad representaran una mayoría!

Pero este no era mi punto. El tema aquí es la falta de comunicación en los Tiempos de la Comunicación; el aislamiento en los tiempos de las mal llamadas Redes Sociales.

Todos hemos estado en alguna comida, fiesta o reunión en la que más de uno se aparta de los presentes para clavar la nariz en su teléfono. Antes era molesto que en medio de una plática sonara el celular de alguien ¡pues ahora lo hace segundo a segundo! La gente no puede estar apartada de su Twitter, Facebook o WhatsApp un solo momento. Teclean cientos de letras por minuto compartiendo con los que no están con ellos si la fiesta está aburrida, si alguien llegó con tal persona, si el grupo que toca suena bien o si los hielos del chupe no duran. Comparten todo, platican todo, pero si alguien que está con ellos le pregunta cualquier cosa se limitan a contestar (después de varios segundos de procesar las palabras) “eeeh… ¿mandeee?”. Están completamente idiotizados, no se enteran de lo que pasa a su alrededor, si caes muerto junto a ellos en ese instante ni cuenta se dan.

Llega un momento en toda reunión en el que todos los presentes están metidos en sus teléfonos, no se hablan entre ellos, no se voltean a ver, incluso hay veces en que aún estando en la misma mesa se comunican por mensajes. Y, por supuesto, si te atreves a pedir que dejen los celulares puedes sufrir graves daños físicos y emocionales. Pregunto ¿si no quieren estar en una fiesta para qué van? O si prefieren estar en sus celulares ¿no sería mejor que se queden en sus casas chupando y publicando en sus perfiles? Al menos ahorrarían una lana.

Tal vez no soy el más autorizado para hablar de socializar, pero aún con todo lo antisocial que soy, es indignante estar en una reunión rodeado de personas que no piensan, que no opinan, que se les acaba el mundo cuando se quedan sin batería.

Es increíble preguntar a alguien por algo interesante porque ya no tienen nada que decir, pedir una opinión porque no la tienen, ya no se diga preguntar qué es lo último que leyeron porque (a menos que sea una mujer y “50 shades of Grey”) eso es prácticamente un insulto. Pero si quieres saber cuál fue el trending topic de la semana o quién cortó con su novio, estos entes son las mejores fuentes de información.

En fin, que esta sociedad ya de por si en decadencia, se acerca rápidamente a su fin.

Publicado desde mi iPhone (…)

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