¡Pásele por aquí!

En nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, abriremos esta vez la que nos lleve a recordar el uso de… En nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, abriremos esta vez la que nos lleve...

15 de marzo, 2016
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En nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, abriremos esta vez la que nos lleve a recordar el uso de…

En nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, abriremos esta vez la que nos lleve a recordar el uso de la bolsa del mandado la cual se ha ganado un lugar como accesorio de moda en la actualidad y daremos un vistazo a la historia del mercado en México.

La patita, de canasta y con rebozo de bolita / va al mercado a comprar todas las cosas del mandado – La Patita, Cri-Cri

En el México antiguo, el mercado (tianguis del náhuatl tiānquiz(tli) representó el centro de la vida social y económica pues era el lugar donde se concentraban las personas para comprar y vender los insumos diarios a través del trueque (intercambio de mercancías). A través del tiempo, el mercado ha evolucionado en forma y contexto social; sin embargo, su esencia primordial ha permanecido intacta a pesar del peligro que corre en la actualidad ante las prácticas monopólicas de las grandes cadenas de supermercados y tiendas de conveniencia.

Es conveniente aclarar que actualmente existe una diferencia entre el tianguis y el mercado pues el primero (también llamado sobre ruedas o ambulante) es herencia de aquéllos centros mercantiles prehispánicos mezclados con los bazares del Medio Oriente llegados a América en el periodo colonial cuya característica es ser semi fijo y nómada al tener días y lugares específicos para instalarse; mientras que el segundo, es un establecimiento fijo, formal y con locales abiertos en un horario específico de lunes a domingo cuyo origen data de la época del porfiriato.

En la “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España” Bernal Díaz del Castillo describe un mercado ambulante: “Fuimos al Tatelulco. Iban muchos caciques que Moctezuma envió para que nos acompañasen; y desde que llegamos a la gran plaza, que se dice el Tatelulco, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían.”

El gran mercado de Tlatelolco se ubicaba al suroeste del Templo Mayor  de la ciudad:  “Por un lado estaban los vendedores de animales, quienes ofrecían xoloizcuintles, conejos, mapaches, armadillos, tejones y tortugas; mientras que otros vendían pájaros con plumajes de gran colorido; allí también podían obtenerse aves de rapiña, serpientes y carne de venado, siempre presente en los banquetes de la nobleza. En otra sección del mercado estaban los puestos de comida preparada, donde las diligentes cocineras palmeaban las nutritivas tortillas que acompañaban los guisos de frijoles y chile; ellas ofrecían además tamales y atole, así como ricos tlacoyos rellenos de haba y frijol. Traídos desde las costas, los pescados eran ofrecidos sobre hojas de palma que los mantenían frescos. Los jitomates, la chía, el maíz en grano o en mazorca, los frijoles, las calabazas y, naturalmente, los chiles, se ofrecían a la clientela en puestos especializados en vegetales y legumbres, lo mismo que la fruta, traída principalmente de las tierras calientes, donde el clima era propicio para su crecimiento y maduración.”

En ese contexto era posible que las mujeres utilizaran una canasta o una colorida bolsa de ixtle (fibra natural obtenida del maguey) que solían llevar “al mandado” y donde transportaban las mercancías compradas. Más recientemente, las bolsas de malla plástica multicolor eran usadas por todas las “amas del hogar” a la hora del mercado. Actualmente y debido a la proliferación de supermercados y tiendas de conveniencia es más común utilizar las bolsas de plástico o las llamadas “ecológicas” que hoy día ofrecen de forma indiscriminada en los comercios; sin embargo, la moda no perdió la oportunidad de convertir su uso en un accesorio de moda agregando algunas aplicaciones de plástico o diseños especiales e incluso, existen variantes en plástico utilizadas como promocionales de tortillerías, carnicerías, herrerías, tlapalerías, etc. 

“México, está en sus mercados” – Pablo Neruda

Podemos decir entonces, que la bolsa del mandado es al mercado como la sal a la comida y lo importante es no dejar que los mercados pierdan su estatus de ícono de identidad de las diferentes regiones mexicanas pues si de cultura, tradición, gastronomía y economía queremos conocer, basta con acercarnos a los mercados locales y ahí encontraremos lo que buscamos además de que contribuiremos al consumo local para que el dinero circule entre los comerciantes mexicanos; de paso, se puede ser amigable con el medio ambiente y utilizar las tradicionales y características bolsas del mandado en lugar de las contaminantes de plástico.

¡Pásele, pásele marchanta!, ¡Si no compra, no magulle!, ¡Llévelo, llévelo va probado, va calado!

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Fuente:

http://www.mexicodesconocido.com.mx/el-mercado-de-tlatelolco.html

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