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El disco del recuerdo

Esta vez, en nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, toca el turno a cierto objeto que se ha vuelto de culto entre los… Esta vez, en nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, toca...

1 de septiembre, 2015
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Esta vez, en nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, toca el turno a cierto objeto que se ha vuelto de culto entre los…

Esta vez, en nuestra cápsula del tiempo de cada cinco semanas, toca el turno a cierto objeto que se ha vuelto de culto entre los melómanos, coleccionistas y amantes de la buena música: el disco de vinil.

Imaginemos por un momento que caminamos por la avenida de San Juan de Letrán (hoy Eje Central), estamos en la década de los cuarenta y en nuestro camino nos encontramos con un tumulto abarrotando el Mercado de Discos, nos asomamos por un pequeño espacio que se abre y alcanzamos a distinguir la figura del entonces ídolo de México: Pedro Infante quien canta “Cien años”; la multitud pretende escuchar a su cantante favorito y comprar su nuevo disco, se trata de uno de los principales cantantes de Peerless, la primera y más importante empresa fonográfica mexicana por décadas que se convirtió en la casa de las voces que dieron identidad a la música mexicana en el extranjero. Seguimos nuestro camino hasta alejarnos del alboroto y en nuestra cabeza se quedan grabadas algunas estrofas de la canción: “Pasaste a mi lado, con gran indiferencia, tus ojos ni siquiera voltearon hacia mí…”

Hubo un tiempo en el que la música representaba un gran negocio e iba de la mano con el cine pues mientras en la pantalla grande se consolidaban las grandes figuras de la época de oro del cine mexicano, la radio las posicionaba como cantantes en el gusto de las audiencias. Tener la música en casa significaba también cierto estatus social dado que contar con un reproductor de discos y una colección de ellos requería de una inversión que pocos podían hacer pues cada disco significaba una verdadera obra de arte no sólo musicalmente hablando sino incluso en el diseño de la portada y por supuesto, la tecnología que implicaba la grabación del mismo. Era una época en la que los avances tecnológicos iban de a poco y cada novedad que llegaba a México era recibida como el boom del momento.

Cuentan mi madre y mis tíos que la sensación de aquéllos días, ya por los años cincuenta y sesenta eran las sinfonolas o rockolas, que eran unos aparatos que contenían un tocadiscos automático y una colección de canciones que el usuario elegía insertando una moneda para activar el funcionamiento, las legendarias fuentes de sodas o loncherías tenían la suya y eran el punto de reunión de los jóvenes que bailaban y cantaban al ritmo del rock and roll.

El disco de vinilo que surge durante la Segunda Guerra Mundial, apareció como un formato de larga duración que se impuso con rapidez por sus grandes ventajas: la duración de la grabación era de hasta 45 minutos, contaba con un sistema estereofónico, daba mucho mayor calidad de sonido y se eliminaban los molestos ruidos por el arrastre de la aguja.

Quienes tuvimos la fortuna de tener uno de ellos en nuestras manos y disfrutar de sus virtudes; sin duda, lo extrañamos pues nada se le compara a pesar de haber sido desplazado por el CD a finales de los ochenta. Seguramente, en algún lugar de nuestra casa tenemos algunos ejemplares guardados que hoy pueden ser una joya para los conocedores; en lo personal, no estoy lejos de adquirir un reproductor para volver a escuchar la gran colección que tienen mis padres y que va desde Carlos Gardel, Javier Solís, Ray Conniff y Elvis Presley hasta Michael Jackson; entre otros.

Por suerte, el disco de vinilo se resiste a morir, muestra de ello es la Convención de Discos de Vinil y Coleccionismo Musical que se realiza tres veces al año.

Vale la pena darse una vuelta por la colonia Roma en donde se ubican algunas tiendas especializadas en discos de vinil y sus reproductores pues siguen siendo materia prima para los DJ’s por la facilidad para manipularlos y su alta calidad musical, además de que nos encontraremos con la memoria de una época en la que los discos además de ser un entretenimiento fueron un parteaguas en la historia de la música por su significado comercial y artístico, un objeto que no ha sido igualado y mucho menos superado como muchas de esas reliquias que encontramos o podemos encontrar en el ropero de nuestras abuelitas, a quienes podríamos darles una gran alegría al escuchar nuevamente los discos que las hicieron cantar, bailar y reír en su juventud.

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Fuentes:

http://www.excelsior.com.mx/funcion/2014/02/01/941477

http://www.excelsior.com.mx/funcion/2013/08/11/913128

Imágenes tomadas de Google

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