Antoine de Saint-Exupéry, el piloto filósofo

Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry nació en Lyon (República romana) el 29 de junio de 1900 , y falleció el 31 de julio...

14 de agosto, 2019

Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry  nació en  Lyon (República romana) el 29 de junio de 1900, y falleció el 31 de julio de 1944 en el Mar Tirreno, al oeste de la península itálica. Se acaban de cumplir 75 años de su muerte. Fue un aviador y escritor francés, más conocido como Antoine de Saint-Exupéry,  autor de la famosa obra  El principito.

Muy pronto quedó huérfano de padre; se crió en el entorno femenino de una familia aristocrática arruinada de la ciudad de Lyon (su madre trabajaba como enfermera). Terminó el bachillerato en 1917, en el colegio marianista Villa Saint-Jean de Friburgo (Suiza) y, tras ser rechazado en la escuela naval, se hizo piloto cuando estaba cumpliendo el servicio militar en 1921, en Estrasburgo.

No tardó en integrarse en la escuadrilla de pilotos que cubrían los tramos de “la Línea” que transportaba el correo entre Toulouse, Barcelona, Málaga, Sahara español, hasta las antiguas colonias francesas, que luego sería Senegal.

A finales de 1927 fue destinado como jefe de escala a Cabo Juby, entonces bajo administración española, donde inició con cierta constancia su vocación literaria.

 En 1928 se trasladó a Sudamérica. En ese año se publicaría Courrier sud y a finales de 1930 Vol de nuit, que le supuso un gran éxito al obtener el premio “Femina”; ambas giran en torno a sus experiencias como aviador.

En Buenos Aires, Argentina, donde conoció a quien sería su esposa, la millonaria salvadoreña Consuelo Suncín, fue nombrado director de la empresa  Aeroposta , filial de  Aéropostale, donde tuvo la misión de organizar la red de América.

A partir de 1931, la progresiva bancarrota de la Aéropostale puso término a uno de los capítulos más épicos de los pioneros de la aviación, aunque todavía se extenderían sus hazañas hasta la revolución aeronáutica provocada por la Segunda Guerra Mundial. ​

Descontento con su participación pasiva en el conflicto y habiendo sido rechazado como piloto, por fin, en la primavera de 1944 fue destinado a Cerdeña y luego a Córcega en una unidad de reconocimiento fotográfico del frente alemán en los principios del desembarco aliado en Provenza. El 31 de julio de 1944, a las 8:45 horas, Saint-Exupéry despegó a bordo de un Lightning P-38 para una misión de reconocimiento, sin armamento de una base aérea en Córcega, sobre los movimientos de las tropas alemanas en el valle del Ródano poco antes de la invasión aliada del sur de Francia. No regresó jamás.

Algunos de sus libros fueron: (1926)  El aviador, (1928)  Correo del Sur, (1931)  Vuelo nocturno, (1939)  Tierra de hombres, (1942)  Piloto de guerra y en 1943  El principito.

 [https://es.wikipedia.org/wiki/Antoine_de_Saint-Exup%C3%A9ry]

En  El principito, el autor afirma haber conocido al singular personaje que da título al libro seis años atrás, en el desierto del Sahara, después de haber sufrido un accidente de avión, y nos cuenta su historia. El principito procedía de un asteroide tan pequeño que bastaba con desplazar un poco la silla hacia atrás para ver continuamente la puesta de sol.

Un día brotó del suelo una rosa; el principito se enamoró de ella, pero no pudiendo soportar su orgullo y presunción, decidió abandonar el asteroide y emprendió un viaje que lo llevó a otros pequeños planetas. En cada uno de ellos vivía un único personaje que, como en seguida aprecia el lector, encarna algún defecto humano: la vanidad, el egoísmo, la ambición, etc.

Finalmente, el principito llegó a la Tierra, donde descubrió, consternado, que su rosa no era la única del universo, y entabló amistad con un zorro, y después con el narrador. Los sutiles simbolismos y el desenlace de la historia sugieren el sentido del libro: una indagación sobre el amor y la amistad, sentimientos que, pese a su naturaleza incomprensible y los sufrimientos que pueden acarrear, se revelan como una necesidad ineludible y enriquecedora.

La prosa de Saint-Éxupery impresiona por un rigor en el que la desnudez retórica asegura la eficacia del relato de acción. Cercano a André Malraux por su conciencia de la aventura humana, a Jean Giono por su lirismo cósmico, a Georges Bernanos por su búsqueda del absoluto.

[https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/saint__exupery.ht]

Saint-Exupéry escribe esta obra impulsado por su afán de buscar la profundidad  oculta de la vida cotidiana, demasiado agitada para mostrar su interna riqueza, la vertiente permanente de la existencia humana. 

En El Principito hizo acopio de todo su amor a lo trascendente, lo valioso y noble para convencer a los hombres castigados por el horror de la guerra, sobre todo sus compatriotas franceses, de que no todo está perdido cuando se derrumba aquello en que uno más había confiado: el poderío material y bélico. 

En esa situación límite queda un recurso decisivo: dar el salto al nivel de la creatividad. El Principito es una alegoría de símbolos que se propone descubrir el lado oculto y más valioso de la vida humana mediante un lenguaje accesible al hombre sencillo, que conserva la capacidad infantil de abrirse espontáneamente a lo noble y elevado. Es un retorno a la niñez, pero no a la biológica, sino una renovación del espíritu de la infancia espiritual. 

El Principito está escrito para personas mayores que tienen alma de niño. Es la voz sugerente de nuestra conciencia que en los momentos de fracaso aparente nos invita a elevar el ánimo mediante un cambio de actitud, mediante la búsqueda de lo relevante.

[https://www.abc.com.py/articulos/analisis-de-el-principito-904660.html]

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