La serotonina: falso antidepresivo

La contribución científica de los investigadores del University College es un gran logro académico para muchos pacientes directos e indirectos que han sufrido depresión.

12 de agosto, 2022 La serotonina: falso antidepresivo

El 20 de Julio del 2022 la revista científica Molecular Psychiatry publicó un artículo acerca de la serotonina, uno de los neurotransmisoras más poderosos en nuestro sistema nervioso. El autor Mark Horowitz describía la falacia que la industria farmacéutica le había tejido a esta substancia como el ensueño de la felicidad por el hecho de aliviar sus depresiones.

El doctor Horowitz y sus colaboradores y otros especialistas del University College en Londres comprobaron después de arduo trabajo que la serotonina, aunque poderosa influyente en la dinámica emocional en nuestro cerebro y activo regulador de otras funciones primordiales en nuestro cuerpo carecía de acción directa en el abatimiento de la depresión; concepto que fue ofertado y vendido a los pacientes desde 1960.

Ya desde hace casi 70 años, algunas compañías farmacéuticas empezaron a promover a la serotonina como un agente mágico que libraba a los pacientes de sus angustias, frustraciones y desesperaciones y que los dejaba casi como nuevos; durante mucho tiempo fue el elixir encantador que cautivó a varias generaciones sublimándoles la existencia.1

El 90% de la serotonina que circula en nuestro cerebro proviene de la acción bacteriana de nuestro intestino. Todo comienza cuando alimentos ricos en triptófano (aminoácido esencial abundante en la piña, los huevos y los plátanos) son digeridos y absorbidos en el sistema intestino-cerebro, liberando el triptófano que a su vez es transformado en serotonina mediante reacciones enzimáticas de las bacterias que habitan normalmente en nuestro intestino.  Es una serie de reacciones muy específicas que se encargan de esta tarea. Posteriormente, la serotonina es incorporada al torrente circulatorio y conducida hacia el cerebro donde atraviesa varias barreras selectivas hasta llegar a las células nerviosas, las neuronas donde empiezan a conducir el impulso nervioso.

Las neuronas son una serie de células alargadas, con un citoplasma bien definido que termina en un fino tallo delgado semejante al de una planta que se llama axón. Los axones están finamente conectados a lo largo con otras neuronas y es por donde se conduce una señal eléctrica muy selectiva (que en realidad es el impulso nervioso). Éste se va transfiriendo de una neurona a otra a gran velocidad hasta llegar al centro integral en el cerebro, donde se registra el estímulo (que bien puede ser un cambio de temperatura, un piquete, un raspón, un beso, etc.) y tal vez la respuesta. La serotonina es importantísima en nuestras funciones ya que registra emociones y estímulos y regula las respuestas adecuadas de nuestras emociones, el hambre, el sueño, el dolor, la respuesta sexual, nuestro ánimo diario; etc.  

Los investigadores examinaron más de mil casos, en diversas modalidades, comprobaron que los niveles promedio de la substancia estaban bajos y que en nada influían en la aparición o el alivio de la depresión. Siendo que la regulación y la síntesis de la serotonina están finamente reguladas por mecanismos genéticos y bioquímicos.2 Ante esta disyuntiva tan extraña como inesperada, los psicólogos y psiquiatras del mismo equipo empezaron a considerar que los niveles de serotonina no influían en forma tan determinante en la dinámica depresiva, sino que los factores influyentes eran otros, de los cuales todavía no se tenía conocimiento.

Los resultados de las investigaciones les condujeron a la teoría que la depresión era un fenómeno complejo y brutal que invadía el espacio interno y externo de los individuos, pero que no estaba causado por el desequilibrio en los niveles del neurotransmisor, sino por otros elementos que causan estrés en nuestras vidas, tales como:

  • Situaciones económicas desfavorables.  
  • Inseguridad en el trabajo.
  • Dinámica de las relaciones personales
  • Frustraciones en serie, etc.

El equipo de Joanna Moncrieff, psiquiatra del grupo ensayó diferentes dosis en diversos tipos de personalidad y ambientes, descubriendo que los niveles de serotonina extraídos en diferentes partes del cuerpo no influían en la sintomatología de la depresión. La teoría propuesta fue que la depresión era un estado emocional que aún no estaba entendido en su totalidad y que por lo tanto no existe una respuesta ética que pueda explicarla o definirla adecuadamente. 

Durante más de 65 años, ejecutivos, científicos y promotores faltos de ética sometieron y sostuvieron su proyecto ante las autoridades sanitarias y lograron una imagen impecable y unas cuantiosísimas ganancias con este fraude. El engaño no terminó ahí, muchas compañías pequeñas o subcontratistas se dedicaron a la tarea de producir la serotonina y venderla como si fuera un fármaco cualquiera. Lo que nunca dijeron al público es que esta substancia debe atravesar varias membranas dentro de la anatomía del cerebro y que su producto carece de las propiedades para lograrlo. De tal manera que la ausencia en la calidad del producto simplemente lo invalida. 

Desafortunadamente aún existen muchos pacientes que seguirán creyendo las bondades del compuesto. Los engaños y fraudes apenas empiezan, algunos inversionistas que promovieron el fármaco y que aún siguen obteniendo utilidades, han contestado:

“Era una de las hipótesis más cercanas a la realidad, de pronto la hipótesis adquirió publicidad y se promovió sola, no solo en favor de la serotonina sino en favor de los antidepresivos que se pusieron de moda. 

De pronto, la serotonina se convirtió en el producto maravilla que todos querían probar, etc.”.  

Es reconfortante saber que el engaño y el fraude apenas se han terminado, ahora bastará esperar la acción y la osadía del sistema judicial y sus alcances. 

La contribución científica de los investigadores del University College es un gran logro académico, social, económico y emocional para muchos pacientes directos e indirectos que han sufrido la depresión. 

Cheers!!!  ¡¡¡Salud!!!   

REFERENCIAS.

1Batya Swift Yasgur., No Evidence Low Serotonin Causes Depression. Medscape. August 2, 2022.

2Stephen M. Stahl., Psychopharmacology of Antidepressants. London. Martin Dunitz. 1997.

Antonio G. Trejo.                    Correo electronico: [email protected]

Agosto 6 del 2022.

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