Cumplidos los 85

No dije la frase de rigor, ni mal entoné las mañanitas, en su lugar, pregunté – ¿qué se siente? No dije la frase de rigor, ni mal entoné las mañanitas, en su lugar, pregunté – ¿qué se...

29 de diciembre, 2016
velas

No dije la frase de rigor, ni mal entoné las mañanitas, en su lugar, pregunté – ¿qué se siente?

No dije la frase de rigor, ni mal entoné las mañanitas, en su lugar, pregunté – ¿qué se siente?

Respiró profundo y dijo:

Se siente satisfacción, y no es la que tú sientes cuando logras algo en unos días o en unas horas. Se siente alegría, mas no es la que tú sientes cuando todo es del color que tú deseas. Se siente tristeza, mas no es la que tú sientes cuando pierdes algo o a alguien. Se siente agobio y no es el que tú sientes cuando te falta algo, se siente frustración, aunque no se parece a la que tú sientes cuando algo falla. Se siente cansancio y no es el que sientes cuando corres o caminas grandes distancias. Se siente una sonrisa y no se parece a la que tú puedes ver en tu espejo.

-Se escucha en la bocina del teléfono que respira profundo y sigue contando:

Alcanzo los 85 sin saber cómo fue que llegué. Los primeros años de mi vida, estuvieron dedicados a lo que mis padres esperaban de mí, mucho de eso no les satisfizo suficiente, aunque el intento de lograrlo siempre estuvo presente. Pasé, muchos de los siguientes años pensando cómo sería el hombre de mi vida y dediqué el tiempo a prepararme para recibirlo, era lo que se debía hacer. Los siguientes, los dediqué al hijo que ese hombre me dejó y después, sola, atendí a mis padres hasta que mi padre falleció; los años que venían fueron entregados al cuidado de mi madre hasta sus últimos días, al mismo tiempo observaba gustosa la vida exitosa de mi hijo en la distancia.

Viendo ya, que en mi vida se habían acumulado más de 70 años y de aquello a lo que me dediqué no quedaba casi nada ¿te acuerdas de mis crisis de depresión?, qué difícil tiempo, trataba de vivir para mí y no sabía cómo ni para qué, me desconocí tanto. Apareció entonces, no el hombre de mi vida, sino alguien que sería el compañero de mi vejez y junto a él fue que empecé a aprender a vivir para mí, dedicando mis días a mí misma sabiendo que había un testigo de mi andar.

Pienso que son un premio los 85 y preguntas ¿qué se siente?, son ya te dije, las mismas emociones, solo que tienen significados diferentes según avanza la edad.

Se siente la satisfacción de poder hacer un recuento lúcido de mí paso por ésta tierra, satisfacción porque puedo seguir construyendo recuerdos aun hoy, que paso mucho tiempo sentada. Se siente alegría al saber que aun veo, escucho, camino, pienso, recuerdo. Que me alimento, me baño y me visto yo sola.

Se siente también tristeza, porque entre mis recuerdos están los grandes bailes y divertidas fiestas con mis amistades y ahora no puedo mantenerme en pie dos piezas completas antes de sentir que me ahogo porque el aire no me llega suficiente a los pulmones.

Se siente agobio, porque me doy cuenta que mi estómago no recibe con gusto la comida y debo pensar en todo lo que un día no me gustaba y ahora debo comer. Se siente frustración porque me canso muy rápido y mis piernas no responden cuando yo quiero, porque no puedo ver una película completa sin quedarme dormida casi de inmediato, porque no puedo contestar el teléfono con la rapidez que solía hacerlo y muchas veces, quien llama, cuelga porque cree que no estoy en casa. Frustración porque a veces me molesta todo.

Se siente cansancio cuando, pensando, se me va el día y me recuerdo lo mismo muchas veces, cansancio porque tengo que advertirle a la gente que puedo olvidar lo que acabo de escuchar o lo que acabo de decir, me canso a veces de casi todo.

Y se sienten sonrisas, porque al final del día sé que lo que construí, las amistades que sembré, las pocas personas que quedan de familia y mis vecinos siguen apreciándome a pesar de que mi estado de ánimo a veces no es el mejor. Y se sienten sonrisas porque mi hijo tiene una buena vida y tiene una bonita familia. Se siente todo y todo se revuelve también.

Qué bueno que mi corazón está sano, libre de malos recuerdos y sin cargas que me duelan y qué bueno que mis recuerdos están intactos porque esas cosas, una vez echadas a perder, no hay remedios que valgan.

Feliz Cumpleaños -dije.

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