John F. Kennedy llegó a presidente de Estados Unidos, gracias al apoyo recibido de los mafiosos italianos y demás…
John F. Kennedy llegó a presidente de Estados Unidos, gracias al apoyo recibido de los mafiosos italianos y demás miembros del crimen organizado con quienes su padre, Joe Kennedy, hizo su inmensa fortuna traficando licor durante la prohibición entre 1920 y 1932.
¿Cómo logró Papá Joe convencer a los mafiosos italianos de apoyar a su hijo sobre Johnson y contra Richard Nixon?
Esto fue posible mediante acuerdos “de bigotes” garantizados por el jefe del Clan Kennedy a sus viejos socios y amigos delincuentes.
Les dio su palabra de honor (de bigotes) de que su hijo los protegería desde la presidencia, y que podrían seguir realizando “business as usual” sin ninguna molestia.
La postulación de Luis Donaldo Colosio como candidato “oficial” a la PRIsidencia de México en 1994, surgió de un procedimiento más que parecido al de Johnny Kennedy.
El dedazo tradicional utilizado por el PRI-men organizado, era tambien el resultado de un acuerdo mafioso habido entre el PRIsidente saliente y el “tapado”.
O sea que Carlos Salinas no se inclinó por Colosio siguiendo “el sentido de los sectores del partido oficial”, ni el clamor popular dirigido al sonorense.
Ni John Kennedy ni Donaldo Colosio llegaron donde llegaron políticamente gracias a sus atributos intelectuales, su patriotismo, sus merecimientos personales ni nada parecido.
Ambos llegaron donde llegaron, gracias a diferentes modalidades del mismo pacto mafioso.
En Estados Unidos, no fue Eisenhower el que llamó a John Kennedy para pactar su llegada a la Oficina (todavía) Oval. El interlocutor del pacto gangsteril fue Joseph Kennedy, con sus amigos y socios del crimen organizado.
En el caso de México, Colosio no fue quien negoció con los más prominentes PRIminales para alcanzar la candidatura.
Digamos que en México, Carlos Salinas hizo las veces de Joe Kennedy Sr. ante los dinosaurios y demás miembros de los grupos que viven incrustados en el Estado mexicano, y disfrutan de “las concesiones y contratos lucrativos” denunciados por Francisco Madero en su Plan de San Luis de 1910…
Joe Kennedy pues, garantizó a sus colegas, socios y amigos de la mafia que su hijo sabría agradecer su apoyo al llegar a la presidencia de Estados Unidos, gracias a su ayuda.
Salinas de Gortari, tampoco designó a Colosio “por su chula cara”, sino previa consulta con quienes además, ¡estaban segurísimos de que “el tapado” iba a ser Manuel Camacho Solís!
Salinas de Gortari fue quien debió garantizar a sus correligionarios que su elegido, sabría agradecer su apoyo con una gratitud que se traduciría en la protección de sus intereses y negocios habidos a la sombra del poder.
En consecuencia, tanto Kennedy como Colosio tienen algo en común:
Ambos se beneficiaron de acuerdos “en lo oscurito”, cuyo primer efecto era obligarlos a cumplir con la gratitud prometida a quienes los apoyaron.
Kennedy y Colosio tienen otra cosa en común:
Ninguno de los dos cumplió con lo acordado a cambio del apoyo político recibido.
La diferencia es que a Kennedy lo ejecutaron ya siendo presidente, y a Colosio, le fue como a Juan charrasqueado, que no tuvo tiempo ni de montar en su caballo.
¿Qué tiene que ver todo esto con el béisbol?
En 1919 los Medias Blancas de Chicago vendieron la Serie Mundial de béisbol ante los Rojos de Cincinnati.
Hay que aclarar que en Estados Unidos el béisbol no solamente es un deporte, sino un auténtico culto cuasi religioso.
La infiltración mafiosa en la Serie Mundial dio lugar al nombramiento de un alto comisionado para el béisbol cuyo primer titular fue el temible abogado Kenesaw Mountain Landis.
Pero la lección aprendida de aquel episodio, fue vertida en la nueva PRIMERA REGLA del deporte nacional de los Estados Unidos que consagra lo siguiente:
“NADIE ES MAS IMPORTANTE QUE EL JUEGO”. (Nobody is bigger than the game).
Dicho en buen mexicano, “no se puede repicar y andar en la procesión”.
No puede haber arreglos fuera de las reglas acordadas; y mucho menos, arreglos que pongan en riesgo “EL JUEGO”.
Cuando John Kennedy incumplió los compromisos pactados por su padre en su nombre con los mafiosos que lo apoyaron, violó las reglas de un juego de “machines” en el que no hay desafueros ni destituciones, sino un solo castigo; el castigo que le aplicaron en Dallas aquella mañana de noviembre de 1963.
Cuando Colosio se olvidó de los compromisos habidos para pasar de “tapado” a “destapado”, cometió el mismo error de Kennedy, y ni siquiera se esperó a legar a Palacio Nacional.
Si Kennedy y Colosio hubieran conocido la primera gran regla del béisbol, habrían entendido que ninguno de ellos era más grande que el juego bajo cuyas reglas aceptaron jugar.
En el México actual, la desgracia es que el antiguo PRI ha dejado de existir, pero únicamente para lo que nos perjudica.
No hay disciplina, ni orden, ni principios (así fuesen mafiosos), y para colmo de males, no hay un “capo di tuti capi” en Palacio Nacional. Esto es lo que se llama vacío de poder.
Y como decía Marlon Brando en la proverbial película de “El Padrino”:
“Esta clase de caos, no es buen negocio para nadie”.
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Al tiempo pues…
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