CARTAS A TORA 346

Cocatú, un alienígena en forma de gato, llega a vivir a una vecindad de la CDMX. Diariamente le escribe cartas a Tora, su amada, quien lo espera en una galaxia no muy lejana.

19 de abril, 2024 CARTAS A TORA

Querida Tora:

¿Te acuerdas del muchacho ese que trabaja en televisión? Pues las muchachas de la vecindad decidieron organizar un club de “fans” para apoyarlo. Todas se apuntaron, porque a todas (O a casi todas, incluídas sus mamás), el muchacho les gusta. Y empezaron a hacer juntas todos los días para darle estructura al club, Andaban todas atareadísimas trayendo y llevando papeles, consiguiendo fotografías y recortes de periódico que hablaran de él (De éstos no consiguieron ninguno, porque es muy poco lo que el chavo ha hecho), La verdad, han estado trabajando de verdad.

El chavo les dijo que no se molestaran, que no valía la pena; que cuando lograra un papel de importancia en alguna telenovela sí, que ese era el momento de darle difusión. Pero ellas están decididas a colocarlo en lo más alto, y dispuestas a sacrificarse por él, así que el chavo no tuvo más remedio que aceptar.

Lo primero que hicieron fue colocar un gran retrato de él en la fachada, y decir que allí vivía “El galán de mañana, el galán de siempre”. Y todas cooperaron para pagar el retrato y la amplificación. Pero el gusto les duró muy poco, porque los chamacos de las otras vecindades lo tomaron como objetivo de sus disparos de lodo, agua y suciedad, así que lo tuvieron que quitar muy pronto. La desilusión de las pobres fue muy grande, y estuvieron a punto de organizar una tarde de sollozos y lamentos para que el mundo viera de lo que se estaban perdiendo. El chavo les rogó que no lo hicieran, pues podía resultar contraproducente para él y para ellas mismas; y tanto y tan bien habló que logró convencerlas. Y en vez de lamentos se dedicaron a hacer algunos “flyers” (Consulta el diccionario de inglés, porque no es palabra española, pero se está usando así) para repartir por la colonia el día de su cumpleaños, que ya estaba próximo.

El día de su cumpleaños organizaron una fiesta en toda forma, con el consentimiento del portero y todo. Y le dijeron a él que llevara a una chava de televisión (“Al fin que te han de sobrar las chavas”, le dijeron).Y sí, llevó a una muy jovencita, que ya ha salido en algunos comerciales. Pero ellas se molestaron, porque se puso a bailar con ella, y a las organizadoras apenas les dedicó unas sonrisas de compromiso. Pero, como decía él: “Me hizo el favor, y hay que atenderla como se merece”. Pero lo que no se merecía fue la cantidad de alcohol que le sirvieron las desgraciadas envidiosas en una “cuba”, que la pobre se tuvo que ir a acostar muy temprano. A casa del chavo, naturalmente, porque la mamá se sintió comprometida con ella, y se pasó la noche cuidándola, porque los de la vecindad de junto la rondaban en forma sospechosa.

Esa misma noche empezaron los problemas para las organizadoras. Al terminar la fiesta se enfrentaron las dos que se habían mostrado más activas en la formación del club, y empezaron a acusarse mutuamente de acaparar a “la estrella consentida de la vecindad”, y a contar las piezas que había bailado con cada una. Todas entraron a la discusión, pero lograron aclarar que con una había bailado siete piezas y con la otra, ocho. Entonces, la que tenía las ocho piezas afirmó que ella tenía que ser la presidenta del club, que para eso había trabajado tanto durante tanto tiempo. La otra se rió de ella, afirmando que la que había trabajado más duro había sido ella, que suya fue la idea de la foto y de los “flyers”, y de tantas otras cosas que todavía no habían hecho. Luego empezaron los gritos, y a continuación los manazos; y luego, los jalones de pelo. El chavo andaba muy apurado, tratando de calmar, no sólo a ellas dos, sino también a sus partidarias, diciéndoles que les agradecía lo que habían hecho, pero que no valía la pena que se pelearan por él, que no era nadie; que siguieran siendo amigas, como siempre. Pero no le hacían caso, y ya habían pasado a las patadas, cuando el muchacho dijo, con toda la fuerza de sus pulmones, que se iba a ir de la vecindad. Eso las calmó. Más que calmarlas, yo creo que las aterrorizó, pues se iban a quedar sin nadie por quien pelear; y ahí mismo se dieron de besos todas y prometieron no volver a pelear por ningún chavo, fuera estrella de televisión o no. Todas las madres, que estaban verdaderamente angustiadas, le dieron las gracias al chavo por ser tan sensato, y se llevaron a sus hijas a sus viviendas, aunque fuera a rastras.

Pero ninguna de ellas pudo dormir esa noche, porque sabían que en la vivienda del chavo estaba la muchacha que llevó como invitada. Y se daban de topes en las paredes de su cuarto por haberla emborrachado, pues se la habían servido en bandeja de oro. Lo que no sabían era que el muchacho es muy respetuoso, aún cuando está solo, y que durmió (Mal) en el sofá de la sala.

Para que veas cómo suceden las cosas en este planeta.

Te quiere

Cocatú

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