CARTAS A TORA: 311

Cocatú, un alienígena en forma de gato, llega a vivir a una vecindad de la CDMX. Diario le escribe cartas a Tora, su amada, quien lo espera en una galaxia no muy lejana.

23 de junio, 2023 CARTAS A TORA 331

Querida Tora:

El otro día llegó un señor, se metió al patio y empezó a decir: 

-Puedo decirte tu pasado, tu presente y tu futuro con toda certeza. Puedo prevenir y curar tus enfermedades, alejar a los enemigos y traer a los amigos. No es adivinación, es ciencia. ¡Ciencia pura! Prueba la…

Aquí te voy a fallar un poco. No entendí si decía “rufología” o “rumbología”, pero era algo parecido; sólo que el señor hablaba con un acento muy marcado de otro país y no se le entendía muy bien.

Eran como las diez de la mañana, cuando todas las viejas están lavando o cocinando, y todas se asomaron al patio. La primera, doña Sura, que se fue directo al fulano ese y le preguntó cómo leía todo eso en las personas. No te vayas a reir. ¿Sabes lo que lee ese señor? Pues unos músculos que Dios les dio a todos para que les pongan las inyecciones. Intramusculares, se entiende. Doña Sura se quedó como quien ve visiones, y luego le dijo que era un mentiroso (Celos de adivinadora, porque nunca lo había visto trabajar). Pero al punto le dijo que le leyera el porvenir a ella. Y el señor la acostó en un catre que alguien prestó, boca abajo, y le levantó la túnica (Ella siempre usa túnica, para verse más imponente). Sólo había mujeres, pero no faltó un niño indiscreto (el del 43) que se había hecho el enfermo para no ir a la escuela, y estaba en primera fila. La madre se lo tuvo que llevar de una oreja para que no viera cosas que podrían impresionarlo “negativamente”.

 

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El adivinador le dijo a doña Sura que sus músculos estaban bien, pero que se veían tristones, y que por eso le había ido tan mal en la vida, y no podía pasar de adivinadora de cuarta. Ella le respondió que él estaba igual; pero él se dio la vuelta y mostró que sus músculos estaban levantados, activos, boyantes, y que a él le iba muy bien, porque con hacer dos o tres lecturas ganaba lo suficiente para vivir, y el resto del día lo pasaba gozando de los atractivos de la ciudad. Doña Sura le respondió que… Total, ya se iban a pelear; pero la del 37 le pidió que le leyera a ella sus músculos, a ver si decían por qué su marido le pegaba tanto.

Todas las viejas se apretujaron alrededor de los dos, ansiosas de escuchar lo que le iba a decir. Pero la señora no quería descubrirse del todo, porque qué iba a decir su marido, y el fulano metió la mano y anduvo tentaleando por todos lados suave y fuerte, rudo y cursi. La vieja nomás gritaba, pero no sé si de horror o de placer, porque es tan bruta que no se le entiende muy bien cuando habla. El fulano empezó a decir que sus músculos eran buenos y macizos, pero que ella era muy fodonga y los estaba echando a perder, y que esa era la causa de los enfados de su viejo.

En eso se oyó un rugido, y apareció el marido, que se sentía mal del estómago y venía a que su vieja le hiciera un tecito. Pero antes, cogió al adivinador y le dio un patadón de gol de media cancha, y lo lanzó a la calle. Luego iba a hacer lo mismo con su vieja, pero el dolor de estómago lo volvió a atacar y le rugió que fuera a hacerle una manzanilla muy cargada. ¿Y qué crees? La vieja obedeció inmediatamente, pero se fue moviendo los músculos como si fueran independientes unos de otros, levantándolos y bajándolos, comprimiéndolos y expandiéndolos… (Se ve que tiene cierta experiencia en eso). Y el marido se fue corriendo tras ella, barriendo el suelo con  la lengua (Un espectáculo que no me gustaría volver a ver nunca). Luego le dijo a sus cuatas que gracias a eso despertó los instintos dormidos de su esposo, y gracias a eso no le pegó.

El pobre adivinador se arrastró a la banqueta, y allí se estuvo un rato descansando, rato que aprovecharon varias viejas para preguntarle dónde podían ir para que les diera una consulta.

¿Qué te parece?

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Cocatú

 

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